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Un Sherlock violento y trastornado

Además de misógino, inteligente y sagaz, Sherlock Holmes aparece en la última película dedicada al detective creado por Arthur Conan Doyle como un personaje de carácter violento y trastornado, un perfil más complejo y no tan conocido por el gran público.

Por Óscar Tomasi

LONDRES/EFE

Además de misógino, inteligente y sagaz, Sherlock Holmes aparece en la última película dedicada al detective creado por Arthur Conan Doyle como un personaje de carácter violento y trastornado, un perfil más complejo y no tan conocido por el gran público.

Con barba de pocos días pero cuidadosamente recortada, amplios conocimientos de las artes marciales y una necesidad de desfogarse que le lleva a participar en las peleas que se organizan en un pub irlandés de mala muerte, Sherlock Holmes se convierte en un atípico hombre de acción en el filme dirigido por Guy Ritchie.

Encarnado por el actor estadounidense Robert Downey Junior, la imagen del detective mantiene, al menos en parte, el porte de caballero inglés tradicional —con su sempiterna pipa en la boca incluida—, aunque la combina con otras características menos conocidas, como lo caótico de su vida privada.

Si bien sigue utilizando el intelecto para ir avanzando en sus investigaciones, el detective británico no rehúye la confrontación y utiliza la fuerza bruta en repetidas ocasiones durante su última aventura en la gran pantalla.

En ella Sherlock sigue acompañado de su fiel escudero, el doctor Watson, interpretado por un Jude Law que sólo recuerda en el bigote al original, un tipo más bien bajito y regordete.

Juntos se enfrentan a la amenaza que supone Lord Blackwood (Mark Strong), un amante de las ciencias ocultas culpable de una serie de asesinatos rituales a quien detienen y deben volver a encontrar después de que parezca haber resucitado de entre los muertos.

El filme, producido por Warner Bros y que se estrena en medio mundo el día de Navidad, dura más de dos horas y también hace mención a la tortuosa atracción que siente Sherlock por Irene Adler (Rachel McAdams), no menos guapa que la pareja del doctor Watson, Mary (Kelly Reilly).

La película muestra al más famoso de los detectives británicos como una persona mordaz y sarcástica, sobre todo con los agentes de policía, incapaces de estar a su altura, y que además guarda un profundo interés por la ciencia que le lleva a realizar experimentos en su propia residencia.

Ritchie afronta con este filme su primera experiencia en el mundo de las grandes producciones, un reto que podría relanzar su por el momento discreta carrera, en la que sólo destaca Snatch (2000).

El cineasta británico utiliza el recurso “slow motion” —es decir, la ralentización extrema de ciertos movimientos— para subrayar el profundo conocimiento de las artes marciales que exhibe Sherlock, una faceta que se apunta de forma secundaria en algunas de las cuatro novelas y 56 relatos cortos que escribió Conan Doyle.

La escenografía representa una parte fundamental de la película al recrear minuciosamente el Londres del siglo XIX, una ciudad que conserva todavía su estilo victoriano y en la que algunas calles se mantienen exactamente igual que antaño, a excepción de la calzada, lo que hace posible identificarla durante la película.

La película de Ritchie muestra aspectos poco reflejados de Sherlock en los dibujos animados, las series y otras versiones cinematográficas realizadas con anterioridad, aunque deja pasar la oportunidad de adentrarse en la complejidad sexual del personaje o en el consumo de drogas, temas que sí afrontó Billy Wilder en The private life of Sherlock Holmes (1970).

Espectáculo Guy Ritchie Sherlock archivo

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