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Un árbol para la Navidad

Asomarse a la ventana y ver el ambiente navideño, invadía a Marianita y a sus hermanos de una sensación extraña. Aunque las canciones navideñas, juegos pirotécnicos, los entretenían, algo les hacía falta. No eran los regalos, pues sus padres siempre les compraban a ellos lo que más deseaban durante el año.

Aunque las canciones navideñas, juegos pirotécnicos, los entretenían, algo les hacía falta. No eran los regalos, pues sus padres siempre les compraban a ellos lo que más deseaban durante el año.

Entonces, ¿qué era?, preguntó un día la pequeña Mariana, a lo que su hermanito Tomás, respondió:

–No sé, pero el bosque siempre tiene la respuesta, ¿qué te parece si vamos?

Así que los hermanitos fueron al bosque en busca de su melancolía. Después de una larga caminata decidieron descansar debajo de los árboles, quedándose profundamente dormidos.

De repente los despertó una extraña conversación:

–¡Quiero ser un árbol de Navidad, quiero ser un árbol de Navidad! –lloraba el pino.

Mientras tanto, los otros árboles, les contestaban entre susurro:

–¿Estás loco? Un árbol de Navidad sólo dura unos días. ¿Para qué querés que te cuelguen tantos adornitos?

Roble, el más viejo del bosque exclamó:

–Silencio, ser un árbol de Navidad es el sueño de todos nosotros, sólo que Pino tiene el valor de decirlo–
Al oír estas palabras, Pino secó sus lágrimas y dijo:

–Quiero ser un árbol de Navidad para llevarles alegría a muchas personas, estar rodeado de regalos, de risas y de niños que, ilusionados, iluminen mis ramas. Quiero tener una estrella en mi copa y que todos se reúnan a mi alrededor a cantar en Nochebuena; además, quiero ser como mi padre, el árbol oficial de Navidad–

–¿Tu padre está en la ciudad? –le preguntó el pequeño Trébol.

–Sí. A papá lo eligieron por su gran tamaño, lo sacaron del bosque con sus raíces y lo plantaron en la mitad de la plaza de la ciudad–
Roble, se inclinó y abrazó al pequeño árbol y le contestó:

–Muchacho, entiendo que querrás ser como tu padre y convertirte en un gran árbol de Navidad, pero veo muy difícil que podás salir de este bosque; los árboles que nacemos aquí nos quedamos en el mismo sitio, para dar sombra y para ser morada de los pájaros.

¿Quién podría ayudarte a cumplir tu sueño?

Los niños no podían creer lo que estaban oyendo, así que se levantaron y buscaron entre los árboles al pino que lloraba.
–¡Espera! –le dijeron emocionados– Iremos a llamar a nuestro padre para cumplir tu sueño.

Los muchachos felices corrieron a casa. Al llegar narraron lo sucedido y lograron convencer a su padre para que los llevara a rescatar a su amigo Pino.

Al día siguiente, salieron con palas en mano y entre todos desenterraron a Pinito y lo sembraron en su casa.

El pino había encontrado su lugar en el mundo: todos los años lo adornaban con las más hermosas luces de colores, le colgaban globitos brillantes y otros objetos. Cuando lo encendían, los vecinos iban a verlo.

MORALEJA

Compartir y hacer realidad nuestros sueños y el de los demás es parte de la alegría que nos invade en Navidad.

Ya saben chavalos, no olviden coleccionar los fascículos Valores de la Navidad, los cuales contienen bonita información sobre esta celebración.

 

Adaptado del material  Los Valores de la Navidad.

Chavalos

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