Un total de 12,377 jóvenes bachilleres de ambos sexos hicieron sus exámenes de admisión en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) con el propósito y la esperanza de continuar sus estudios ahora en el nivel universitario. Sin embargo esta universidad ha informado que sólo tiene 7,740 cupos disponibles.
La información fue brindada el jueves de esta semana por LA PRENSA, que dio datos significativos como el de que 1,800 bachilleres aspiran a estudiar Medicina en la UNAN-Managua, pero ésta únicamente tiene 300 nuevas plazas para el próximo año. En las 69 carreras de educación superior que ofrece esta universidad pública se han prematriculado 1,400 estudiantes más que el año pasado, pero la disponibilidad de nuevas plazas es prácticamente la misma, 7,500, no obstante que la asignación del Presupuesto General de la República para las universidades financiadas por el Estado se incrementa cada año —por efecto de la norma constitucional del seis por ciento —, en la misma medida que aumenta el volumen de ingresos y gastos del sector público presupuestado.
Pero independientemente de esas cifras y al margen del áspero debate en torno a las funciones del recién creado organismo estatal para la evaluación y certificación de la educación superior, sobre todo acerca del control de los fondos del seis por ciento y de quién debe autorizar la creación de nuevas universidades, es muy alentador que cada vez más jóvenes nicaragüenses aspiren a tener una formación universitaria. Esto demuestra que la población en general y la juventud en particular tienen confianza en el futuro de Nicaragua, a pesar de la pésima situación actual creada por el desgobierno de Daniel Ortega.
En realidad, existe la percepción equivocada de que el estudiante universitario típico es el agresivo joven enmascarado que dispara morteros durante las frecuentes agitaciones callejeras políticas y estudiantiles. Pero los que hacen eso son una ínfima minoría. La gran mayoría de los estudiantes universitarios se dedica precisamente a estudiar, inclusive los que son becados con fondos del seis por ciento y que por esa vinculación muchas veces son presionados por las autoridades universitarias y los capos estudiantiles a salir a manifestarse públicamente por y en contra de cualquier causa y motivo.
La mayoría de los estudiantes universitarios son personas normales que anhelan coronar una carrera profesional y seguir después ampliando y reforzando su formación académica. Ellos quieren triunfar por sus propios esfuerzos, obtener buenos empleos y alcanzar liderazgo, crecer como personas y como agentes del desarrollo económico y social de su país. Estos estudiantes universitarios forman parte de las escuálidas clases medias de la sociedad nicaragüense, o van a engrosarlas y fortalecerlas en los próximos años. Y es muy bien sabido que de la ampliación y fortalecimiento de las capas sociales medias depende no sólo el desarrollo económico de un país sino también su estabilidad política, gobernabilidad democrática y convivencia social pacífica, que son condiciones indispensables para progresar como individuos, como grupos sociales y como nación.
No es por casualidad que los países que tienen índices más elevados de libertad económica, de estabilidad política y social, y de gobernabilidad democrática, son aquéllos como Australia, Finlandia, Irlanda, Nueva Zelanda, Estados Unidos y muchos otros más, donde las clases medias son numerosas, fuertes e influyentes. En cambio, en los países más pobres y atrasados del mundo, como Cuba, Zimbabwe, Corea del Norte, Venezuela y Nicaragua, las clases medias son muy pequeñas y débiles, no hay libertad económica, respeto a los derechos humanos ni gobernabilidad democrática.
Es cierto que sólo el acceso masivo a las universidades no genera automáticamente progreso y desarrollo. Incluso puede ser negativo, si las universidades no desarrollan su capacidad educativa, su nivel académico y sus recursos y programas de investigación tecnológica y científica. Sin embargo, en el caso que nos ocupa lo importante es que el incremento de la demanda de cupos para estudios universitarios demuestra la confianza que tiene la juventud, y por su medio toda la sociedad, en el futuro de Nicaragua.
Ya sea por conciencia o por intuición la gente en general y la juventud en particular entiende que el desgobierno orteguista y la lipidia que éste ha traído consigo, la desviación de Nicaragua del camino de la libertad, de la democracia y del desarrollo económico, constituyen un problema transitorio que más temprano que tarde podrá ser superado, por mucho que las fuerzas oscuras quieran impedirlo.
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