Existe legítima preocupación de la opinión pública sobre la reducción del presupuesto a Educación. Estas reducciones parecieran ser muy simples: hay que bajar presupuesto y lo más fácil es bajar el presupuesto a Educación. Los miles y miles de niños que están fuera de la escuela no pueden hablar. Los padres de esos niños tampoco saben a quién reclamarle por qué no hay suficientes aulas, o por qué hay tan pocos maestros, o por qué sus hijos reciben clase en una aula multigrado, mezclados niños de primero, segundo y tercer grado con un solo maestro, o por qué en su escuela no se ha dado mantenimiento desde hace varios años. Para estos padres, sus necesidades básicas son tales que la decisión trascendental es “si vale la pena mandar a los niños a la escuela”.
El verdadero drama de la educación está en los cientos y cientos de miles de niños que quedan fuera del sistema. Como las cifras en educación son tan poco confiables, ni siquiera sabemos con certeza cuántos son, o proyectar con cierto grado de confiabilidad cuántos estarán fuera del sistema del año lectivo que empieza en el 2010. Sabemos que son al menos 500 mil. Cerca de uno de cada cuatro niños en edad escolar está fuera del sistema y seguirá estando fuera hasta la edad adulta. Está condenado a la ignorancia, o tendrá muy pocas oportunidades, son nicaragüenses condenados a seguir atrapados en el terrible círculo de la pobreza.
- El verdadero drama de la educación está en los cientos y cientos de miles de niños que quedan fuera del sistema. Ni siquiera sabemos con certeza cuántos serán en el año lectivo del 2010.
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El niño que no entró a la escuela difícilmente logrará entrar más adelante. Primero se convierten en niños extraedad en las estadísticas (si logran entrar a la escuela estarán desfasados del resto de los niños y les costará mucho más avanzar), pero como pocos niños en extraedad logran nivelarse, una buena parte pasa a engrosar las estadísticas de los niños fuera del sistema. Los que los dejó el tren y perdieron la oportunidad de tener una educación aunque sea de mala calidad. Los que se quedan fuera.
Ése es el verdadero drama de la educación. A esos niños y niñas, que vienen de un hogar con extremas carencias, ¿qué les va a suceder para que logren salir de la pobreza? Con seguridad nada, más pobreza. Sin un mínimo de educación las posibilidades de conseguir un empleo estable son casi nulas. Esos hermanos nicaragüenses están siendo condenados a vivir en la marginalidad. No pueden tener sueños ni esperanzas, no pueden soñar un país mejor si no pueden mejorar su condición de vida ni la de su familia.
En una ocasión me tocó participar en un grupo focal con jóvenes marginados, y lo que les escuché decir se me quedó grabado en el corazón. Para ellos “nosotros” somos todos los demás, los que han tenido oportunidades, los que tienen algo, que tienen educación, que tienen carro, que tienen casa, que tienen algo que dar a sus hijos. Para ellos los políticos, los corruptos, los ricos son iguales a “los que tienen” y están en contra “de los que no tienen”. Sienten frustración y rabia porque no pueden tener esperanza, sin un empleo fijo y sin casa, sin futuro.
El verdadero drama de la educación es que estos marginados están condenados a pasar el resto de sus vidas revolviéndose tristemente en ese círculo funesto de la pobreza, tanto ellos como sus hijos, y sus nietos. La educación marca la línea entre los que “tienen derecho” y los que “no tienen derecho” a soñar en un futuro mejor.
Los que ya tuvimos la suerte de tener educación y podemos heredar algo mejor a nuestros hijos, y tenemos sueños y esperanzas, estamos obligados como nicaragüenses a hacer algo por la educación de los que viven ese drama, para que entren al círculo de la esperanza, y puedan superar la situación que han heredado. Tenemos obligación para ayudarles a romper el círculo de la pobreza.
En Eduquemos estamos trabajando para esto. Para crear conciencia del verdadero estado de la educación, y llamar a la acción. Para que se debata abiertamente sobre las soluciones. Que a los maestros se les reconozca su trabajo digno, que las políticas educativas logren progreso educativo. Que se rinda cuentas sobre la gestión educativa, para definir la educación que queremos. Lograr una mayor participación activa y efectiva, para que la educación sea prioridad en la agenda de toda Nicaragua.
El autor es presidente de Eduquemos
Ver en la versión impresa las páginas: 13 A