LA HABANA/AFP
El presidente de Cuba, Raúl Castro, enfrió este domingo las expectativas de los cubanos sobre cambios económicos profundos y rápidos, al advertir que no puede haber riesgos de improvisación y apresuramiento.
“Me limito, por ahora, a expresar que en la actualización del modelo económico cubano, cuestión en la que se avanza con un enfoque integral, no puede haber espacio a los riesgos de la improvisación y el apresuramiento”, afirmó el mandatario al clausurar la sesión parlamentaria anual.
Raúl Castro dijo tener conciencia “de las expectativas y honestas preocupaciones” de los cubanos “en cuanto a la velocidad y profundidad de los cambios que tenemos que introducir en el funcionamiento de la economía”.
No obstante, el mandatario, de 78 años, señaló que “es preciso caminar hacia el futuro, con paso firme y seguro, porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos”.
Desde que sustituyó a su hermano enfermo Fidel Castro, en julio 2006, Raúl Castro destacó la necesidad de hacer “cambios estructurales” en la economía de la isla y buscar un nuevo “modelo” de desarrollo bajo el socialismo.
Algunas reformas aplicadas en la agricultura, salarios y pluriempleo abrieron expectativas, apremiadas ante la profundización de la crisis.
El gobernante advirtió que “el año 2010 será difícil y se mantendrán las restricciones financieras derivadas de la crisis”.
Anunció que desde agosto a la fecha se ha saldado un tercio de las “retenciones de pago” que se le hicieron a proveedores comerciales, de unos débitos estimados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de entre 600 y 1,000 millones de dólares.
El presidente ratificó la voluntad de seguir honrando esos compromisos asumidos “en correspondencia con las posibilidades de la economía” y señaló que a ello contribuirá en buena medida el resultado de varias negociaciones en curso “para reprogramar el pago de la deuda con nuestros acreedores”. Las cifras oficiales más recientes ubican la deuda externa de Cuba en 16,500 millones de dólares, de ellos 7,500 de “deuda inmovilizada”, contraída antes de 1986 y que no se ha logrado reestructurar, un 60% de la cual corresponde al Club de Paris.