La Isla de Ometepe, ubicada en el corazón del gran Lago de Nicaragua, no sólo tiene el privilegio de atraer cada año con su belleza natural a cerca de 40 mil turistas del mundo, sino también es el refugio de coloridas aves migratorias procedentes de Estados Unidos y Canadá.
En agosto las aves abandonan sus tierras natales del norte y viajan miles de kilómetros hasta arribar a la isla nicaragüense a principio de septiembre, cuya estadía en suelo pinolero se extiende por casi siete meses.
El tiempo de permanencia de las aves es aprovechado por el organismo Flora y Fauna Internacional, para monitorear y registrar la condición de cada ave viajera que inicia su vuelo de regreso a su país de origen entre marzo y abril de cada año.
Salvadora Morales, coordinadora del organismo, señaló que la posición geográfica privilegiada de la isla permite que cerca de 52 especies de aves migratorias se establezcan en la zona anualmente.
Otra de las condiciones que favorecen para que la isla se convierta en refugio de aves es que en la zona existen al menos ocho tipo de ecosistemas, desde el bosque seco tropical hasta el bosque tropical, destaca un informe de este organismo sobre un monitoreo de aves realizado entre 2006 y 2008.
“Allá (en sus países de origen) van sólo a anidar, a buscar sus parejas y luego se regresan”, describió Morales.
Siendo Fauna y Flora International parte de la red de estaciones de Monitoreo de Sobrevivencia Invernal del Institute for Birds Populations (IBP), en el 2007 se instaló en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente y los Recurso Naturales (Marena) un sitio de análisis de aves residentes y extranjeras.
Los monitoreos en la isla arrancaron con fondos del Neotropical Migratory Bird Conservation Act (NMBCA), cuya información es enviada a organismos internacionales e internacionales dedicados a la conservación natural mundial.
En la captura de las aves participan jóvenes guardabosques del organismo Dos Volcanes, quienes apoyan en la recolección y registro de datos sobre los animales.
[/doap_box]
Los pájaros son atrapados con redes especiales, las que son colocadas entre los imponentes árboles que componen las áreas boscosas de la isla.
Tras capturados se registra la edad, sexo, mudas y otras medidas morfométricas de las aves, precisó Morales.
Luego de tomados los datos de las aves, a éstas se les colocan anillos en una de sus patas, que incluye la sigla del país donde fue capturado, el sexo y el año, entre otros.
“Eso nos permite conocer a nosotros cuál es la ruta de migración que tienen los pájaros”, apuntó.
Las aves visitantes y nacionales de la isla tienen el privilegio de vivir entre árboles de madera preciosa, como son el cedro real y la caoba, que predominan en la zona.
Entre las aves migratorias figura el Dendroica petechia, que por su canto y plumaje amarillo destaca entre las alturas de los árboles isleños.
Otras especies extranjeras en la zona son la Protonotaria citrea, Vermivora peregrina, Seiurus noveboracensis y Passerina ciris. Esta última especie es una de las migratorias más amenazadas; se encuentra en la lista roja de BirdLife, un organismo de conservación internacional.
Entre 2006 y 2008 en la isla se registraron tres nuevas especies de aves migratorias: Hylocichla mustelina, Catharus ustulatus y Dendroica pensylvanica.
SE NECESITA MAYOR PROTECCIÓN
Pero el refugio de las aves viajeras y residentes está siendo amenazado por el inminente avance de la depredación humana en la isla, que en los últimos 50 años ha devastado cerca de 16 mil hectáreas de bosques de la zona.
De ahí nace la preocupación de que en la isla se diseñen medidas de protección y conservación de los bosques para garantizar la sobrevivencia no sólo de las aves nacionales y viajeras, sino también de animales silvestres.
De las 704 especies de aves que registra Nicaragua, 152 han sido localizadas en la Isla de Ometepe.
De esas al menos 70 especies de aves han sido registradas en el bosque seco de la isla, que conviven con un sinnúmero de animales silvestres como el mono cara blanca y el congo, según cifras de Flora y Fauna.
URGEN FONDOS
Morales señaló que si bien es cierto la instalación de estos sistemas de monitoreo en la isla han permitido el hermanamiento y apoyo de los países y organismos internacionales para conservar la isla, todavía hace falta fondos para fortalecer las medidas de protección.
Es por eso que las autoridades municipales de la isla preparan para mediados del próximo año una serie de medidas de búsqueda de fondos para desarrollar proyectos de conservación natural de la isla.
Entre las estrategias se estudia cobrar uno y cinco dólares a los turistas nacionales y extranjeros que ingresan a la isla.
Los ingresos generados por el cobro de entradas a la isla serían administrados por un comité de gestión, integrado por los actores de la isla: municipios, operadores, comunidades y Marena.
PAÍS CON MENOS INVERSIÓN EN PROTECCIÓN NATURAL
En ese sentido, un estudio realizado por este organismo sobre la sostenibilidad de Ometepe menciona que Nicaragua es “uno de los países con menor inversión en áreas protegidas en relación a su gasto total en ambiente”.
Añade que desde el año 2002 hasta la fecha en términos reales el presupuesto general del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) ha disminuido, impactando de manera importante la asignación de recursos que se destinan al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap).
La disminución de la inversión en el Sinap entre los años 2002 y 2005 es significativa, “llegando prácticamente al 28 por ciento. Esto muestra una tendencia decreciente de las inversiones en conservación a nivel nacional, lo cual plantea un claro desafío en esta dirección”, señala el documento.
Ver en la versión impresa las páginas: 6 A