El problema de la deforestación que enfrenta la Isla de Ometepe y que retrata de forma excelente la coordinadora de Fauna y Flora Internacional del Proyecto Ometepe, Salvadora Morales Velásquez, en base a un estudio sobre la sostenibilidad del Oasis de Paz, no sólo se da en este precioso lugar sino en otros sitios de la nación, lo cual indica que Nicaragua es “uno de los países con menor inversión en áreas protegidas en relación con su gasto total en ambiente”.
Igualmente en Nicaragua hay otros lugares como la reserva de Bosawas, que necesitan de un apoyo integral para preservar estas maravillas. Pero en este caso me centraré en Ometepe.
Es alarmante, de acuerdo con las imágenes que nos brinda Google, cómo grandes extensiones de tierra al pie del volcán Concepción y en varios casos que se extienden hasta orillas del lago, están despaladas por la siembra de granos (maíz, frijol, ajonjolí, trigo) y de plátano. Pero lo más grave de este asunto es la actitud que tanto los campesinos como los propietarios de esas extensiones tienen frente a esta dramática realidad, haciendo caso omiso a la emergencia de reforestar y de reacondicionar esas tierras.
El campesino debe dejar de pensar que al ir a cortar árboles para leña a propiedades que no son suyas sin el consentimiento del dueño, se benefician él y perjudica al otro. No. El daño se lo hace el mismo campesino y a sus demás coterráneos.
Sólo imaginemos qué pasaría a los pobladores de las comunidades de Pull, San José del Norte, San Marcos, La Flor, Los Ángeles, Esquipulas, San José del Sur, Los Ramos, Urbaite y Tilgüe, al momento de un actividad volcánica de envergadura.
La laderas del Concepción ubicadas hacia Moyogalpa, las cuales se pueden apreciar desde que uno va en las embarcaciones procedentes de San Jorge, Rivas, y que impresionan más cuando se llega a los puertos isleños, sencillamente son impactantes y hacen volar la imaginación de cualquiera.
En este caso, hago el llamado, principalmente a los nativos para que tomen conciencia de lo que puede pasar a su bella casa si no colaboran en la reforestación y preservación del medio ambiente, así como en la campaña contra la contaminación de todo tipo. Es importante aunar esfuerzos con las autoridades municipales, organismos no gubernamentales e instituciones del Estado para reducir posibles estragos.
En el caso del campesino, no es necesario que pida ayuda a las instituciones para poner a germinar algunas semillas o trasplantar algunas matitas de cedro, madroño, guásimo, pochote, etc. sino que es una cuestión de actitud frente a la vida misma de ellos. En el caso de los dueños de grandes extensiones de tierras donde hay plantíos de plátano y pastizales, lo menos que pueden hacer es reforestar proporcionalmente o, en el menor de los casos, sembrar cortinas de árboles sobre los linderos, pero ni eso están haciendo.
No se trata de comer sólo palos y piedras, no. Se trata de estar conscientes del deterioro que hay en un amplio sector de la isla, la cual se ve más amenazada por la erosión del Concepción. Otro factor que contribuye a una progresiva vulnerabilidad ambiental de este destino turístico es que diario cerca de 40 mil botellas plásticas son introducidas a la isla. A eso le sumamos que en las últimas cinco décadas cerca de 16 mil hectáreas de bosque han sido devastadas en la zona. Entonces, la responsabilidad de preservar Ometepe y a su población es de todos.
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