Por Anneta Rayo Ruiz
Sabías que hace 4,000 años los babilonios observaron cómo las estaciones del año se repetían cada cierto tiempo, este fenómeno fue el motivo, por el cual se celebra el nuevo año.
Se cuenta que, cuando el río Nilo empezaba a crecer y su caudal hacía propicias las siembras, los egipcios festejaban la venida de un nuevo ciclo.
Pero más allá de la cultura o del pueblo al que se pertenezca, los cambios en ciertos ciclos vitales o naturales, han llevado a los humanos a realizar rituales donde los deseos de prosperidad encarnan las esperanzas de renovación y felicidad que mueven a los hombres a buscar un mejor mañana.
Por ejemplo en Occidente, el calendario romano da fin a las celebraciones del nacimiento de Jesús el 31 de diciembre, y es común dentro de las costumbres que se realice un brindis, cuyo propósito es desear buenos deseos para el siguiente año, y a las 12 de la noche las personas se abracen para desear a todos, un año de mayor éxito que el que acaban de dejar.
Para este nuevo año puede ser un gran objetivo vivir desde el corazón los valores que llegan con la Navidad, y lograr que con nuestros actos se conviertan en un principio de vida.
Adaptado del material Los Valores de la Navidad.