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Danilo Arbilla

Españoles a la vista

Lo que se dice por algunos lados es que “España aprovechará su presidencia de la Unión Europea, en el primer semestre del 2010, para acelerar las negociaciones comerciales con América Latina”.

¿Eso es bueno o es malo? Por lo pronto, es difícil. Las tratativas con el Mercosur están empantanadas y es difícil que se avance algo, máxime cuando en la propia asociación sudamericana hay diferencias importantes y continuas entre sus miembros. Con América Central la situación está paralizada, a partir de los “insucesos de Honduras” y la posición “principista bipolar” de los europeos, en particular de los españoles. Tras la “guerra del banano”, las relaciones de la UE —que adoptó una posición más flexible en materia de aranceles—, han mejorado con los países andinos, pero recién es un comienzo. Es probable, en cambio, que se puede cerrar un tratado de libre comercio entre la Unión, Perú y Colombia. Pero esto, si ocurre, es consecuencia de una tarea anterior y no por mérito de España.

Que España asuma la presidencia de la UE no implica necesariamente una buena noticia para Latinoamérica. Tampoco mala, pero sí supone un ¡alerta! La realidad nos dice que desde la “guerra de Las Malvinas” hasta el presente, cuando las decisiones importan, España siempre ha estado sometida y a favor de los intereses europeos. Entre otros asuntos, el referido a la emigración nos muestra una España en la línea dura, al igual que Francia e Italia. Nada que agradecerle o reconocerle, entonces, en esa materia y quizás bastante que reprocharle por querer “maquillar” sus posiciones y sobre todo por olvidarse todo lo que le debe al nuevo continente. Una deuda acumulada desde 1492 a la fecha.

Por otra parte no parece muy atinado generar esperanzas a partir de una gestión a cargo de José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre que no quiso “aceptar” la crisis. Basta ver, analizar y comparar los números de España hoy, para aventar cualquier alternativa, por más limitada que sea, de dejar en manos del Presidente español la defensa o la representación de los intereses, cualquiera sean, de los países latinoamericanos.

Y por si fuera poco no olvidemos los antecedentes más recientes sobre cuál ha sido la política de España respecto a Latinoamérica. Cómo le ha ido a las empresas argentinas que pasaron a manos españolas, o cuál ha sido la conducta de empresas como la Pastera Ence, respecto a sus inversiones en Uruguay. España cuando juega a ser la “madre patria” es de cuidado y sólo “rasca para adentro”. Además, con una regla muy clara: “negocios mata principios”. El reino y el Gobierno español son muy demócratas cuando se trata de Honduras, pero se hacen de la “vista gorda” con Teodoro Obiang, por ejemplo, el dictador de Guinea Oriental, uno de los mayores tiranos del mundo. Eso sí, es un país que desborda en petróleo. Y lo mismo pasa con Venezuela, cuya “democracia” ha ponderado el canciller Miguel Ángel Moratinos, quien incluso afirmó que había libertad de prensa. Es que Chávez compra armas, barcos, y “nacionaliza” a buen precio los bancos que España quiere vender, todo lo que explica que el propio Rey reciba en Palacio al comandante bolivariano como una forme expresa de pedido de disculpas por haberlo mandado a callar en un rapto de espontaneidad.

Lo dicho: hay que estar alerta y preocuparse cuando a España le viene la preocupación por América Latina y le da por defender sus intereses. 


El autor es periodista uruguayo, director del semanario Búsqueda

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