La izquierda en general y el izquierdismo populista radical particularmente, ha estado en auge en la región desde que Hugo Chávez tomó el poder en Venezuela, en 1999, y sobre todo desde que lo recuperó en abril del 2002, después de su fugaz derrocamiento de dos días.
Al menos 13 países de América Latina y el Caribe —excluyendo las pequeñas islas de las Antillas Menores— son gobernados actualmente por la izquierda en sus distintos matices, desde la moderada y democrática de Chile, Brasil y Uruguay, hasta la extremista y antidemocrática de Venezuela, Ecuador Bolivia y Nicaragua.
En términos generales, los analistas políticos regionales atribuyen el auge de la izquierda al —supuesto— fracaso de la derecha y de la democracia representativa tradicional, que no pudo o no ha podido enfrentar adecuadamente los graves problemas económicos y sociales de la población, ni siquiera poner fin a la extrema pobreza.
Pero esto sólo es cierto a medias. En realidad, el auge de la izquierda se debe en parte a que mucha gente pobre se deja seducir por las demagógica promesas populistas y la ilusión de que les van a construir un paraíso en la tierra.
Además, es el resultado del clientelismo político que practican los partidos y los caudillos de la izquierda radical; clientelismo que por cierto es generosamente financiado con los recursos económicos que Hugo Chávez invierte en la región, inclusive en algunos países de África y hasta en los mismos Estados Unidos de Norteamérica, gracias a la inmensa riqueza petrolera de Venezuela que el dictador izquierdista venezolano derrocha a manos llenas.
Al respecto cabe mencionar la información que ofreció a principios de esta semana el periódico venezolano El Universal —la cual fue difundida internacionalmente— acerca de que tan sólo el año pasado el presidente Hugo Chávez regaló o prometió regalar más de 8 mil millones de dólares a otros países de la región, de los cuales , una buena parte corresponde a Nicaragua, o más bien dicho a Daniel Ortega, su familia y la cúpula de su partido el FSLN. Dicha información fue basada en declaraciones debidamente documentadas del señor Julio Borges, coordinador nacional del partido democrático Primero Justicia, quien detalló las grandes sumas de dinero y las promesas que Hugo Chávez ha repartido en América y otras partes del mundo, en su afán de expandir el denominado “socialismo del siglo XXI”.
En realidad, aparte del desmesurado enriquecimiento de la cúpula orteguista que ha devenido en una nueva oligarquía criolla, Daniel Ortega se da el lujo de comprar masivamente la lealtad de funcionarios públicos militares, policiales y civiles, haciéndoles valiosos regalos personales.
Por ejemplo, se conoce que con motivo de las recién pasadas celebraciones de la Purísima, Navidad y Año Nuevo, además de la repartición de comida y juguetes, de las fiestas y atracciones millonarias que el Gobierno montó en la Avenida Bolívar y la Plaza de la Fe de Managua para ganarse las simpatías de gente muy pobre y necesitada, Ortega le regaló prácticamente a todos los oficiales del Ejército y la Policía, lo mismo que a funcionarios civiles identificados con el régimen, aparatos de refrigeración, equipos estéreos, televisores, reproductores de DVD, hornos de microondas, cocinas automáticas, etc.
Lo que no se sabe es de dónde salió el dinero para financiar tantos regalos y derroche. Pero si el Gobierno está afrontando un grave déficit fiscal y una crisis de recaudación que lo ha llevado a imponer una reforma tributaria agresiva, para sacarle más dinero a los ya esquilmados contribuyentes, cabe suponer entonces que la costosa regaladera de Daniel Ortega debe ser financiada con el dinero de Venezuela que regala Hugo Chávez, mientras el pueblo venezolano sufre la más grave crisis energética y económica de toda su historia moderna.
“Poderoso caballero es don dinero (que) hace todo cuanto quiero”, señaló el genial escritor del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo (1580-1645). Pero esto es cierto hasta determinados límites. Al fin y al cabo, todo lo que se erige en base de utopías, promesas demagógicas y codicia, se termina derrumbando algún día y de cualquier manera.
Y en el caso del auge de la izquierda así lo demuestra la recuperación que está teniendo la derecha democrática en América del Sur: o la destitución de Manuel Zelaya en Honduras, donde el chavismo se dio con la piedra en los dientes.
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