La frase que encabeza esta columna es muy nica, la usamos cuando alguien quiere abusar de bienes u obtener ventajas a casi ningún costo. La frase calza muy bien ahora que hemos visto los primeros nombres que están saliendo de candidatos a ocupar los cargos que quedarán vacantes en los Poderes del Estado y otras instituciones importantes.
La lista que dio a conocer el doctor Wilfredo Navarro, vicepresidente del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), estaba plagada de diputados tanto del mismo PLC como de la Bancada Democrática, a quienes se les acabará su período en dos años, o de gente allegada a uno u otro de los líderes políticos.
Una cosa curiosa sobre estos nombres mencionados es que, aunque negada por Arnoldo Alemán, fue ratificada en gran parte por su vocero, Leonel Teller, ayer mismo.
Uno no puede pensar que Alemán esté “desinformado”, tampoco puede pensar que esté “en contradicción” con Navarro y mucho menos con Teller. Entonces uno tendría que cuestionarse en cuanto a la razón de mencionar esos nombres, que, según Teller, es una propuesta del PLC.
La cosa se complica sobre todo porque esos nombres contradicen lo que el mismo Alemán firmó en el llamado acuerdo de Metrocentro II, que en su punto número cuatro dice: No elegir a ninguno de los funcionarios que deben ser nombrados por la Asamblea en 2009 y 2010, mientras no se escoja para esos cargos de acuerdo a preceptos constitucionales, a personas capaces, honestas e imparciales”.
Y la gran mayoría de los nombres mencionados no cumple al menos con un requisito: imparcialidad. No pueden ser imparciales porque son militantes destacados de sus respectivos partidos o, peor aún, “leales” a sus líderes.
Si en el acuerdo de Metrocentro II estampó su firma Arnoldo Alemán ¿por qué ahora su partido propone a gente que no calza con lo acordado?
La verdad es que los partidos de oposición no deberían desperdiciar esta oportunidad de escoger a excelentes personas para que ocupen al menos la mitad de los cargos que quedan vacantes. Y aclaro, excelentes desde los parámetros que ellos mismos definieron en Metrocentro II.
Pero hay otra cara a este problema y es donde los partidos aprovechan para hacer de los cargos una “repartidera de gorras”, como en Purísima. La otra cara del problema es que no existen propuestas de nombres de personas que llenen esos requisitos. Esos nombres ya se deberían estar discutiendo y es tarea de las organizaciones civiles y gramiales proponerlos y de los partidos buscarlos también.
Pero nadie quiere proponer. Irónicamente, lo he dicho antes, el único que ha propuesto un solo nombre que calza con las características deseadas es el mismo Arnoldo Alemán cuando propuso a don José Esteban González para la Procuraduría de Derechos Humanos. Él tiene experiencia, es honesto e imparcial.
¿Pueden encontrarse 20 personas más con esas características? Claro. Para la Contraloría, por ejemplo, habría que buscar entre el Colegio de Contadores Públicos Pero que sean personas comprometidas con su profesión, no con partidos.
Lo oportunidad en este proceso es que al menos la oposición supere el concepto de que estos cargos son para “amigotes” o diputados que necesitan un “pegue” y, segundo, que los electos sean personas conocedoras del tema sobre el que van a tratar, valientes y que se respeten a sí mismos, o sea que no se vendan. Hay nicaragüenses con esas características.
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