Película de terror
Durante casi cuarenta años hemos oído la cantinela del terremoto que se nos avecina. Que va a ser grande, que no podemos escapar de él y que el terremoto del 72 puede resultar un chiste para el que estaría por ocurrir De tanto oírlo ya hemos perdido la capacidad de percibir todo el peligro que la palabra “terremoto” entraña. Pero ahí está Haití mostrando la película que cualquier día podríamos protagonizar. Ya lo han dicho los especialistas: ese terremoto no hay manera que podamos evitarlo, lo único que podemos hacer es estar preparados para cuando ocurra. ¿Estamos preparados?
Pesadilla
Un día de éstos tuve una pesadilla. Imagínense qué cosa más ridícula. Soñé que Nicaragua iba a elecciones con dos únicos candidatos: Arnoldo Alemán y Daniel Ortega. Que nuevamente era Roberto Rivas el que contaba los votos, que otra vez volvía a pasar lo mismo que en noviembre 2008: que ya no necesitamos observadores porque la democracia nicaragüense ha madurado lo suficiente, repetía otra vez Rivas con su sonrisa sarcástica; que la fiscal electoral no miraba los delitos que cometía el partido gobernante en sus propias narices y que los mismos contralores seguían sin enterarse del abuso en el erario para financiar la campaña de un partido Y yo en mi pesadilla me preguntaba: ¿Qué pasó? ¿Cómo llegamos a ser un pueblo tan manso que no nos pudimos quitar a esa pandilla del lomo? Pero ¡ufff! Era una pesadilla… y nada de eso va a ocurrir. No podemos ser tan tontos. ¿O sí?
Chiste
Dice Gustavo Porras, con aires apocalípticos, que no es posible que la Contraloría quede acéfala. Y viene a rematar el doctor Guillermo Argüello Poessy, diciendo que ellos serán consecuentes con la responsabilidad que les ha encomendado la Patria y no dejarán sus cargos hasta tanto no haya quién se los reciba. Qué buen chiste. Si alguien en Cafarnaúm los oyera hablar podría imaginarse que nuestra Contraloría es un feroz guardián de los recursos estatales y no el perro viejo, desdentado y servil que conocemos los nicaragüenses. No se preocupen, doctor Porras, doctor Argüello Poessy, yo les aseguro que se pueden ir todos los contralores a sus casas, a tenderse en calzoneta en alguna hamaca, y nada va pasar en el país. Igual, el Presidente usará el dinero público como le dé la gana y los ministerios seguirán usando el dinero del Estado para el partido al que pertenecen sus titulares y para los negocios de La Familia que tan cuidadosamente protegen.
Disparate
Cuando oí al presidente Daniel Ortega leer el decretazo que se soltó el sábado pasado, inmediatamente pensé: es una broma. Revisé el calendario y me fijé que no era Día de los Inocentes. Si no es broma, este señor está loco y un día de éstos va a decretar que Tomás Borge es presidente de la Luna. No creí que alguien le hiciera mucho caso a ese arrebato de megalomanía, pero al poco rato apareció una corte de personajes con la suficiente inteligencia para saber que lo que defendían era un disparate. Y de esta forma, uno se percata de que el presidente Ortega no tendría problema para encontrar quién le haga la justificación jurídica a cualquier cosa que se le ocurra, aunque sea la presidencia de Borge en la Luna… o en Júpiter.
Yo, el pueblo
Pero más que el decreto y más que esa mirada desquiciada que asume cuando está ante “las masas”, lo que más me alarmó del presidente fue esa frase final: “Firma Daniel Ortega Saavedra, firma el pueblo”. ¡Santo Dios! ¿De verdad se cree el pueblo? Había oído de gente que se cree Napoleón Bonaparte pero ¿el pueblo? Un caso para estudio, sin dudas.
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