14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

¡Somos iguales!

En lo profundo del bosque vive la familia Real, cuatro pavos reales, cuyo plumaje es grande y colorido. La envidia de toda su raza. Una tarde, mientras Pavito, el pequeño de la familia y el más pretencioso de todos, daba un paseo por el lugar, se encontró con Luciano, uno de sus compañeros de clases, éste era tímido y apartado, pero eso sí, muy inteligente. De pronto las miradas se encontraron, Luciano le sonrió como un gesto de saludo, pero Pavito lo ignoró y siguió su camino sacudiendo su gran cola de colores.

Por Annetta Rayo Ruiz


En lo profundo del bosque vive la familia Real, cuatro pavos reales, cuyo plumaje es grande y colorido. La envidia de toda su raza.

Una tarde, mientras Pavito, el pequeño de la familia y el más pretencioso de todos, daba un paseo por el lugar, se encontró con Luciano, uno de sus compañeros de clases, éste era tímido y apartado, pero eso sí, muy inteligente. De pronto las miradas se encontraron, Luciano le sonrió como un gesto de saludo, pero Pavito lo ignoró y siguió su camino sacudiendo su gran cola de colores.

El pobre Luciano quedó humillado, pero no le dio importancia, ya que sabía que siempre era así.

A Pavito le gustaba ser el centro de atención y siempre hablaba con sus amigos de todo lo bello que tenía y sus logros en clases, además criticaba los trabajos de los demás, actitud que no le gustaba al resto de sus compañeros.

El lunes la profesora les asignó redactar una composición y exponerla frente a la clase. A Pavito le pareció fácil, inmediatamente se inventó algo para salir de eso y tener más tiempo libre con sus “brothers” y desde el mismo día la hizo.
Por su parte, Luciano la pensó varias veces, ya que estaba preocupado por tener buenas notas.

El día de la presentación todos estaban nerviosos. El primero en pasar al frente fue Pavito con una voz fuerte leyó su escrito, rápidamente entregó su trabajo. Minutos después, pasó Luciano, al pobre le temblaban las piernas, cuando comenzó a leer se le enredó todo y no podía poner sus ideas en orden, en fracciones de segundo Pavito se burló.

En ese momento, Luciano cerró sus ojos, por unos instantes, respiró profundo y empezó nuevamente. De repente sus plumas blancas tomaron varios colores llamativos y de un brillo espectacular, aquello parecía arco iris. Sus amigos quedaron impresionados y aplaudieron. Pavito se puso rojo de molesto y salió del aula.

Al final todos obtuvieron buenas calificaciones, no hubo trabajos ni buenos ni malos, sino un ejercicio para desarrollar sus habilidades de escritura y lectura, el cual le sirvió mucho al pequeño Luciano.

No olviden chavalos, cada uno de nosotros poseemos virtudes distintas, nadie es más que ninguna persona.
No les vaya a pasar como a Pavito que por creer que tenía las mejores plumas era mejor que el resto.

Chavalos

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí