Wilder Pérez R.
Nicaragua aparentemente aprendió la lección del terremoto de 1972 en Managua. Hace 38 años la idea de que un desastre como éste ocurriera ni siquiera era tomada en cuenta como una posibilidad, a pesar de los antecedentes inmediatos de 1931 y 1968.
Pero en 1972 todo cambió. Desde entonces, Nicaragua se convirtió en el país pionero de Centroamérica en sismología, ya que no sólo cuenta con vigilancia ante terremotos las 24 horas del día durante todo el año, sino que además tiene la red sísmica más amplia de la región.
A través del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) se descubrió que Managua tiene una densidad sísmica que la hace ser una ciudad de alto riesgo.
También se conoció que el país puede ser afectados por terremotos locales, regionales y erupciones volcánicas, así como tsunamis.
El Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred), que aglutina a todas las entidades del país relacionadas con el tema del riesgo, hizo posible que el país cuente con sistemas de alerta temprana ante terremotos y otros eventos de la naturaleza.
Todo esto creó las pautas para el Plan Contingente ante Terremotos, que eventualmente coordinaría la Defensa Civil.
El plan indica que en las primeras nueve horas habrían entre 4,000 y 8,000 personas en labores de búsqueda, salvamento y rescate de sobrevivientes.
Asimismo, sugiere las medidas que se tomarían 12 horas después del terremoto, la ubicación de los damnificados, hospitales alternativos, trabajo con cadáveres, repartición de asistencia humanitaria, limpieza de calles, entre otras labores.
Aún así, Managua nunca estará totalmente preparada para una catástrofe como ésta, que dejaría más de 30 mil muertos y 360 mil damnificados.