El Grupo Alba, que habría financiado la compra de Telenica Canal 8 con fondos de la supuesta “cooperación” venezolana, exigió a su anterior propietario, Carlos Briceño, que descontara 2 millones de dólares, de los 10 millones que pedía por el canal.
Los fondos de la “cooperación” venezolana supuestamente estarían destinados para el combate a la pobreza del país. Pero están siendo utilizados para financiar la compra de un bien que pasará a formar parte del patrimonio de la familia presidencial, y no del Estado.
Los dos millones que se le descontaron a Briceño fueron por las deudas que éste tenía con la Dirección General de Ingresos y el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
Fuentes del Canal 4 de Televisión, conocedoras de la negociación, comentaron que el director de Telenica Canal 8 será Juan Carlos Ortega Murillo.
Durante el encuentro que los trabajadores de Canal 8 sostuvieron este lunes en la Secretaría del Frente Sandinista, los que dieron la cara por los nuevos adquirientes fueron Juan Carlos y Alberto Mora, quien conduce el programa En Vivo , que se transmite en Canal 4.
Roberto Courtney, director ejecutivo de Ética y Transparencia (EyT), comentó que esta operación reivindica un vicioso modus operandi del Gobierno.
“Más allá de la compra del canal y el impacto que esto tenga en la libertad de expresión, lo que preocupa es cómo se perpetúa esa mezcolanza de oscurantismo y falta de transparencia, intereses familiares, Estado-partido, competencia desleal, ventajas fiscales, entre muchas otras cosas”, comentó.
Sofía Montenegro, directora ejecutiva del Centro de Investigaciones para la Comunicación (Cinco), coincidió en que con la compra del canal “estamos ante un proyecto de censura. (Y) esto no es inocente, casual, comercial ni mucho menos”.
“Todo es parte del mismo mecanismo de un proyecto de silenciamiento, y el que no lo entienda así es que no está conectado con la realidad de Nicaragua”, advirtió Montenegro.
La socióloga estimó que la población sentirá la represión “cuando escuche la misma misa de la Secretaría de Comunicación por todos lados. Entonces va a estar convencida de que la única política de comunicación del Gobierno es el silencio de los sepulcros (…) vamos a quedar con una televisión completamente oficialista por un lado y anodina por el otro”.
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