Hasta que viene un extranjero que no vive nuestro día a día, y que lo conoce por informes políticos de países y/o regiones, y dice en qué estado se encuentran las cosas en Nicaragua, donde una mayoría de ciudadanos sufre los atropellos a los valores democráticos, es que los políticos opositores se “preocupan”, de lo contrario, siguen viviendo en sus burbujas llenas de mezquindades, que sólo perjudican a la población que cifra las esperanzas en un cambio de los derroteros de la nación.
Esto es justo lo que ocurrió luego de la conferencia que dictó el lunes el diplomático norteamericano Cressencio Arcos, en el Hotel Real Inter Continental de Metrocentro. “Creo que una oposición fragmentada corre el riesgo de volverse ineficaz”, dijo Arcos en su conferencia, donde estaban políticos de diversas tendencias de la oposición. También se mostró al tanto del proceso de unidad que negocian los partidos liberales, con el fin de atraer luego al resto de tendencias de la oposición para las elecciones del 2011.
Pero en Nicaragua vemos a una oposición débil frente a un partido gobernante abusando de la Policía y del Ejército como brazos armados para intimidar a quienes disienten de sus políticas antidemocráticas. Pisoteando la institucionalidad y retorciendo las leyes, Daniel Ortega, también emplea de forma desmedida el poder que tienen las otras instituciones del Estado para “neutralizar” a sus adversarios políticos. Un ejemplo claro es el accionar de los ex miembros de la extinta y tenebrosa Seguridad del Estado sandinista en los ochenta, metidos a fiscales acusando a políticos que no son del FSLN. Todo esto es condenable.
Es por eso que todos los políticos aglutinados en diferentes organizaciones, deben deponer sus mezquindades y apuntar a un bloque común opositor para enderezar al país por los senderos de los principios y valores democráticos.
Desde hace tiempo deberían estar conformados los equipos de trabajo que estarían analizando todas las causas de la derrota en las elecciones del 2006, valorando aciertos y desaciertos del gobierno de Ortega, formulando proyecciones en base a estadísticas y comportamientos políticos y sociales. Asimismo, se debería estar trabajando en el diseño de una estrategia para competir en las elecciones del 2011, e igualmente tener capacidad de respuesta contra las arbitrariedades de Ortega.
Es urgente trazar el escenario de las elecciones del 2011, sobre todo cuando el ambiente está salpicado de una serie de inconvenientes, tales como: pretensiones de otro fraude por parte del FSLN, cínicos chantajes de Ortega y su cúpula corrupta reabriendo causas penales con implicaciones políticas que desde el punto de vista técnico seguro ya prescribieron, entre otras fechorías.
Hay gente orteguista que vocifera contra la oposición desde instituciones del Gobierno, pero también tienen pasado que bien puede ser objeto de causas penales y/o civiles. ¿Qué espera la oposición para denunciarlos? ¿Por qué no se impulsan contra Ortega y su camarilla las denuncias de genocidio cuando aniquilaron a muchos nicaragüenses en los ochenta? No se puede dejar de condenar las violaciones a los derechos humanos y la gobernabilidad democrática, porque éstos son valores universales consagrados en todos los tratados y declaraciones internacionales sobre Derechos Humanos, libertad, justicia y democracia.
La lucha por recuperar esos valores intangibles que fortalecen y desarrollan una nación, es nuestra principal obligación para enfrentar a un sistema tiránico y corrupto.
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