Esta noche había que dejar los problemas caseros, el noticiero exhibiendo las notas de sucesos, los políticos apabullándose por el poder. Mejor era hablar de libertad. Mejor aún de historia. No se diga de ética y política sana.
El doctor Alejandro Serrano, de 71 años, lucía imperturbable, mientras se resumía en pocas palabras sus años de razonamiento.
El público lo miraba con respeto, luego le abrazó como se puede hacer con un amigo, cuando todo hubo terminado.
Juan Baustista Arríen, su amigo, presentó la publicación y de paso a un hombre que “carga con sus alforjas del pensamiento propio”.
Un alumno, Michael Cárcamo, le entusiasmó con una breve disertación que caló entre los intelectuales. Juventud y filosofía se fundieron en la imagen del muchacho abrazando al maestro.
Serrano Caldera presentó el segundo volumen de sus obras, escritos filosóficos, políticos y sobre la Universidad. Lo logró con el auspicio de Hispamer y el Consejo Nacional de Universidades.
Ese texto aborda temas universales como la filosofía y la historia, el pensamiento y la realidad, la ética y los valores, la democracia, poder y Estado de derecho, los derechos humanos y política.
El Salón de los Cristales, del Teatro Nacional Rubén Darío, se llenó. En primera fila estuvo el el vicepresidente, Jaime Morales Carazo. Pero también asistieron a la presentación embajadores, directores de periódicos, historiadores y periodistas.
Serrano Caldera quiere que con su obra se abra un debate.
Jesús de Santiago, el editor de Hispamer, dijo que esta obra es la más grande de su tipo en Centroamérica.
Para lograr este proyecto, el filósofo trabajó seis horas diarias junto a su editor Pablo Kraudy.
Aún faltan otros volúmenes que abordarán la realidad nicaragüense y de América Latina.
Representativo
En años pasados, Serrano Caldera fue elegido entre los cien filósofos más influyentes del mundo. La selección la hizo la Revista Internacional de Filosofía de Aachen, Alemania.
Su vida en la filosofía inició a los 13 años cuando en la Biblioteca de su padre empezó a leer libros de grandes filósofos.
Serrano Caldera se prendió entonces de la filosofía que, igual que a Rubén Darío, pero este con la poesía, es su camisa férrea de mil puntas cruentas .
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