Doña Gilda Rivera Valle denunció públicamente que un sobrino suyo y una ex cuñada la despojaron fraudulentamente de una finca cafetalera de 192 manzanas, ubicada en el cerro Apante, departamento de Matagalpa.
Rivera Valle señala directamente a su ex cuñada Cecilia Margarita Anzoátegui (viuda de su hermano Julio Rivera Valle) y a su sobrino Julio Rivera Anzoátegui como los familiares que la han dejado sin la propiedad que es herencia de su progenitor.
La afectada era dueña de la finca San Antonio junto a su hermano Julio Rivera Valle, mediante sociedad denominada Rivera y Compañía Limitada.
De acuerdo con la denunciante, su sobrino Rivera Anzoátegui hipotecó la propiedad ante un banco por la cantidad de cuatro millones y medio de dólares y ahora la finca, denominada San Antonio, ya fue subastada a favor de la entidad bancaria.
Julio Rivera Anzoátegui, quien habló en su nombre y el de su progenitora, desmintió la versión de su tía Gilda Rivera Valle y manifestó que la finca se perdió porque la denunciante supuestamente comenzó a sustraer el café de la propiedad que estaba prendada a favor del banco, por lo cual la entidad bancaria procedió judicialmente sobre la finca.
Rivera Anzoátegui aseguró que él no hizo préstamo ante el banco, sino que unificó deudas que arrastraba una sociedad que formaron su padre Julio y su tía Gilda Rivera Valle, obligaciones que esta última supuestamente nunca quiso reconocer.
Para Gilda Rivera Valle todo empezó un mes y medio antes de la muerte de su hermano Julio, cuando el 25 de septiembre del año 2002, estando su pariente gravemente enfermo y totalmente débil, supuestamente su sobrino y su ex cuñada lo hacen aparecer como que viajó a Managua para suscribir un crédito agrícola con mantenimiento de hipoteca y prenda agraria, en el cual reciben los cuatro millones y medio de dólares y dejan como garantía cuatro propiedades, entre ellas la finca San Antonio.
La denunciante explica que la familia de su hermano no podía hacer un préstamo y dejar como garantía la finca San Antonio sin consultarle a ella, por lo que se queja que la intención de ellos era robarle la propiedad.
“Ellos (familia Rivera Anzoátegui) tienen parte en la propiedad (el 50 por ciento), pero no tenían derecho de hipotecar mi parte. Ella (Cecilia Anzoátegui) no tenía cómo responder por tanto dinero”, manifestó Gilda Rivera Valle.
Falso abogado
Un problema que se produjo con la primera escritura que firmó Julio Rivera Valle es que se realizó ante el supuesto abogado Edgard Paguaga, quien para asombro de las autoridades bancarias resultó que no era abogado y las escrituras que realizó no tenían ninguna validez.
Pero un año después de la muerte de Julio Rivera Valle, la institución bancaria contrató al abogado José Evenor Taboada, quien legalizó la deuda que había adquirido la sociedad de Julio Rivera Valle. Gilda Rivera Valle se queja de que esta nueva escritura la elaboraron sobre la base de la primera que no tenía validez.
“Yo lo que hago es reconocer lo que mi padre firmó, yo no soy un delincuente”, dijo Julio Rivera Anzoátegui, quien señaló que su tía Gilda supuestamente le propuso en ese momento que aprovechara la situación que atravesaba el banco para desconocer la deuda.
Rivera Anzoátegui manifestó que su tía Gilda le había dado un poder generalísimo a su padre Julio Rivera Valle, y que con ese poder su padre firmó el crédito agrícola. Las deudas unificadas eran obligaciones de la sociedad que conformaban los dos hermanos, explicó.
Según Gilda Rivera Valle, el banco promovió un juicio en su contra, pero en el expediente del caso hubo sustracción de pruebas que estaban a favor de ella.
“Estoy sufriendo los abusos y arbitrariedades de jueces en el ejercicio de sus cargos, como la juez Escarleth Lugo Guevara, quien ha venido actuando en contravención a las leyes, procedimientos y reglamentos, violando mis derechos constitucionales de igualdad ante la Ley, al extremo de dictar un auto en el que saca a subasta mi propiedad para el día 13 de enero, esto sobre un expediente cercenado y estando recusada”, dijo Gilda Rivera Valle.
También se quejó de la juez suplente Segundo de Distrito Civil de Matagalpa, Regina Tapia. “Estando también recusada (la juez Tapia) ordenó apremio corporal en mi contra, que no me fue notificado personalmente y las autoridades policiales me detuvieron en las afueras de Matagalpa, me llevaron a las instalaciones de la Policía en la que dormí por dos noches hasta lograr mi libertad mediante recursos legales”, dijo Gilda Rivera Valle.
La juez Primero Distrito Civil de Matagalpa, Escarleth Lugo, no quiso hacer comentarios a LA PRENSA sobre este caso y sólo remitió a la resolución judicial que dictó ella y en la cual no le da lugar a nulidades solicitadas por Gilda Rivera Valle.
La judicial no le dio lugar a las nulidades porque supuestamente no fueron presentadas oportunamente, sino que lo fueron de manera “oportuna conveniencia”, y como no se presentaron postores en la subasta, adjudicó la finca San Antonio al mismo banco que otorgó el crédito a la sociedad Rivera y Compañía Limitada.
Por su parte, la juez Tapia indicó que ella no fue quien ordenó la captura de Gilda Rivera Valle, sino que estaba asumiendo como suplente el Juzgado Segundo Distrito de lo Civil de Managua, cuando llegó una resolución del Tribunal de Apelaciones de Matagalpa, que rechazaba un amparo a Rivera Valle, y como había una orden de captura de parte de otra juez, ella sólo giró el oficio.
Militar involucrado
Gilda Rivera Valle también denunció que detrás de todas las irregularidades judiciales en su contra, supuestamente están instrucciones de un alto mando militar, suegro de su sobrino Julio Rivera Anzoátegui, y de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Rivera Anzoátegui lo negó rotundamente y señaló que su tía Gilda estaba mintiendo, porque si él tuviera influencia alguna en la justicia, los juicios del caso no habrían durado cuatro años.
El joven se quejó de que su tía Gilda ha aprovechado las cosechas de café de la finca San Antonio y no le ha dado a él el 50 por ciento de la producción que le corresponde, y aseguró que actualmente su familiar continúa sacando café, cuando ya la propiedad es del banco y no de ellos.
“Yo lo que pido es que me liberen la parte de mi propiedad, o que me la compren”, añadió Gilda Rivera Valle, quien lamenta que sus familiares la hayan despojado de la propiedad, que ha sido por años de su familia y por la cual siempre han pagado el arriendo a la comunidad indígena, porque la finca San Antonio está en tierras indígenas.
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