Iván Marín era tan delgado, que parecía estar siempre de perfil. Enrique Armas incluso llegó a llamarle “el hombre del paracaídas”, porque eso parecía su uniforme detrás de él, mientras se desplazaba. Es más, cuando fue observado por scouts de distintas organizaciones, la fragilidad de su físico era siempre un freno a pesar del interés que suscitaba con su manopla.
Sin embargo, ahora Marín ha madurado físicamente, y lo que es mejor, ha conservado la magia de su guante y la velocidad con que mueve en los senderos. Eso, unido al brazo fuerte y controlado, ha hecho que los Bravos le abran un espacio en sus Ligas Menores, y como tiene 21 años y un nivel de juego avanzado, va directo a Estados Unidos.
Este jovencito, que desde sus inicios pareció una copia al carbón de Bayardo Dávila por su cobertura, precisión y plasticidad en el shortstop, es la más reciente esperanza de otro pinolero hacia las Grandes Ligas, algo que siempre contemplamos cuando un nica da el salto hacia la pelota rentada, aunque sólo once, entre más de 130, lo han conseguido.
De las habilidades defensivas de este granadino siempre hemos sabido. Es espectacular. Da gusto verlo atrapar rolas. Sus manos son suaves y observa la pelota hasta que entra a su guante. Tiene amplia cobertura y su brazo está ligeramente sobre el promedio, pero es exacto y domina con propiedad la ejecución de los doble plays.
Sin embargo, lo que más abrió los ojos de quienes lo observaron en su última prueba fue su velocidad. Corrió las 60 yardas en 6.6 segundos (7 es el average) y ahí dejó en claro que dispone de tres herramientas valiosas para luchar por su sueño.
Pero también, hay que señalar que el bateo de Iván ha ido en ascenso. De ser un out por regla, pasó a batear .240 (229-55) en el pasado torneo de Primera División. En semifinal saltó a .438 (16-7) y en la final ante Estelí resumió .320 (25-8, 6 CI). Y en la reciente Liga Profesional acumuló .284 (162-46) para dejar en claro su evolución.
De manera que al momento de partir, Marín se irá a la conquista de su sueño con unas manos espectaculares, un brazo respetable y preciso, más una velocidad que electriza y un bateo que pleno desarrollo. ¿Bastará eso para alcanzar la cima? Ojalá.
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