Lo peor de lo peor
Si hubiese un concurso del peor tribunal electoral del mundo, posiblemente Nicaragua lo ganaría y con buen margen. No se me ocurre algo peor que este Consejo. Y no es porque somos un país pobre. Al Consejo no le ha faltado dinero. De hecho Nicaragua se da el lujo de tener uno de los votos más caros de América, y la inversión estatal en cada documento de identidad es altísima si se compara con países vecinos. Sin embargo, en los otros países los documentos de identidad se entregan con relativa prontitud, el voto transcurre de forma ordenada, transparente, y los resultados se dan generalmente la misma noche. Aquí no. Ahí está don Eduardo Enríquez pidiendo una reposición de cédula desde hace seis meses, todavía no conocemos el ocho por ciento de los resultados de la elección del 2006 y las elecciones de noviembre 2008 son una gran incógnita que aparentemente no se va a despejar nunca.
Eficientes
Pero ese mismo sistema de repente se vuelve eficiente cuando se trata de conseguir cédulas a guerrilleros extranjeros, narcotraficantes y niñas que precisan aumentarse la edad para prostituirse. En cuestión de horas, a lo sumo días, resuelven. Toda la burocracia desaparece de repente y el reumático dinosaurio se vuelve una liebre resolviéndole a esta gente. ¿Por qué no demuestran esa eficiencia para organizar las elecciones o cedular a la población?
La cereza del pastel
El mejor invento del Frente Sandinista se llama ALN. Hay que rendirles el sombrero. Les ha resultado toda una joya. Tienen esos cinco votos para los momentos críticos. Sabotean en último momento cualquier jugada opositora. Si no es muy importante o no deciden nada, los dejan votar como oposición. Es más, les resulta conveniente que hablen como si fueran oposición: que le digan dictador a Ortega, que se enojen cuando aquél suelta sus decretazos… Pero la misión más estratégica que les ha encomendado el alto mando sandinista es hacerse con algunos cargos de la oposición si hay repartidera. Ésa es la cereza en el pastel, como gustaba decir a un amigo.
Infiltrados
Veamos el ejemplo del Consejo Supremo Electoral. Son siete magistrados. El Frente puede quedarse con tres y la oposición, con cuatro. Si uno de ellos es ALN, ¿quién tendría el control del CSE? ¿Quién pondría el próximo presidente? ¿Y quiénes seguirían usando al Consejo como arma para decidir qué partido participa y cuál no, y, sobre todo, cómo se contarán finalmente los votos?
Dream team
Algunos se extrañaron de que el presidente Daniel Ortega propusiera la elección de todos los altos funcionarios a los que actualmente se les vence su cargo. ¿Cómo es posible que quiera mantener en sus puestos personajes tan desacreditados? A todos los propuso de nuevo, incluyendo a los de origen liberal. ¿Por qué sorprenderse? Éste es su dream team , su equipo soñado. Es bien difícil, en términos históricos, que Ortega pueda reunir a gente tan leal y sin escrúpulos en un mismo momento en tantas instituciones del Estado. Así como un Alexis Arguello aparece cada 80 años en Nicaragua, un Roberto Rivas no se había visto desde el doctor Modesto Salmerón, aquel nefasto personaje que el día de las elecciones le preguntaba a Somoza García con cuántos votos quería ganar y no tenía empacho en andar proclamando entre las urnas: “Voten, voten, que al final yo cuento los votos como me dé la gana”. Hay quienes creen que Rivas superó a Salmerón, y es por mucho el jugador más valioso de este dream team .
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