Las aguas de San Juan del Sur, en el litoral Pacífico nicaragüense, aparentemente no sólo son atractivas para los turistas. También lo son para las ballenas jorobadas, que una vez por año se reúnen frente a sus costas para alimentarse y reproducirse.
[/doap_box]
Datos del Centro para la Conservación de los Recursos Marinos (Coral) de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNA) de León, indican que en los últimos dos años los turistas han tenido unos 20 avistamientos de cetáceos en aguas nicaragüenses. Todos se concentraron en los últimos dos años (2008-2009 y 2009-2010).
Aunque parezca improbable, el Gran Lago de Nicaragua o Cocibolca, contribuye a que las ballenas viajen miles de kilómetros desde los polos Norte y Sur del planeta para reunirse en las aguas del Pacífico Sur del país.
Peltier Barahona, miembro del Coral, explica que esto se da porque el lago facilita que los vientos del Este atraviesen con facilidad el istmo de Rivas, hasta llegar al océano y remover sus aguas superficiales hacia zonas más profundas, un efecto conocido como “surgencia”.
Como resultado de este fenómeno, las aguas frías del Pacífico frente a Nicaragua emergen hacia la superficie, creando condiciones para que las ballenas jorobadas encuentren su alimento preferido, el krill, un pequeño crustáceo parecido al camarón.
LOS BENEFICIADOS
Los vientos del Este no sólo benefician a las ballenas, también dan de comer a un grupo de pescadores del Sur de Nicaragua, que aprovechan la oportunidad para ofrecer el servicio turístico de avistaje de cetáceos.
Barahona asegura que en San Juan del Sur hay seis embarcaciones con tres pescadores cada una, que ofrecen la aventura de ir al océano a buscar una ballena por 200 dólares el día y pueden ir grupos de hasta 15 personas.
La temporada de avistajes va de diciembre a febrero. En el resto del año no hay muchos vientos que atraigan ballenas. Además de las ballenas y los pobladores, también se benefician las especies marinas, que pueden reproducirse con mayor libertad si su principal depredador, el hombre, se dedica a actividades ambientalmente sostenibles, según Barahona.
Ver en la versión impresa las páginas: 5 A