Subasta
¿Qué le interesa al Frente Sandinista en este momento de elecciones de cargos? Negociar con quien pida menos y dé más. Su escenario ideal es una especie de subasta, donde dos desesperados grupos de votos se peleen por pactar con ellos. Hay que partir de que en la Asamblea Nacional, actualmente hay tres grupos de votos, y el Frente Sandinista tiene la ventaja que puede llegar a la mayoría necesaria con cualquiera de ellos, mientras que los otros dos no son capaces de hacerlo sin el Frente Sandinista. A pesar de su ya demostrada torpeza, los grupos de oposición se han percatado de que si no se unen, se los comen los sandinistas. Y es por ello que la principal preocupación del Frente Sandinista en estos momentos es desbaratar el bloque por cualquier método posible: chantajes, prebendas, juicios, rumores
Chamarrero
El magistrado Rafael Solís tiene varias características: es francote, nunca pierde la compostura y es de los pocos orteguistas con los que se puede hablar de cualquier tema. Tiene, sin embargo, otra característica desde que lo conozco: es chamarreador. Le gusta dar información sobre eventos que no están ocurriendo con el exclusivo propósito de propiciar que ocurran o crear zozobra entre los rivales de su partido. Así, acostumbra decir que el Frente tiene los votos para tal ley, aunque nunca los pueda conseguir, o que hay negociaciones subterráneas entre facciones que tratan de unirse. A él le gusta hacer eso porque sabe que provoca nerviosismo entre sus adversarios políticos y usa los medios de comunicación para ello. Y por eso me da risa y algo de pena, cuando algunos colegas presumen de tener información de primera mano sobre amarres que se dieron o votos que están seguros. “Cayeron en el chamarrazo”, pienso y me imagino la sonrisa de oreja a oreja del doctor Solís.
Trampa
Pero no sólo hay periodistas que se lo creen. También los políticos. Y el chamarrazo se convirtió en noticia, luego en tema de debate, punto de acusaciones y al final sale el grupito oportunista de siempre encontrando en él la excusa burda para incumplir sus compromisos, o el pactista de siempre para decir “mejor hago el pacto a la vieja usanza porque ya ven, se me quieren ir arriba”. La trampa se ha cerrado. Y vuelve a sonreír el doctor Solís.
Aporte a la paz
Yo sé que es por razones de protocolo, pero qué falso se oyó cuando la comisionada Aminta Granera le agradecía al presidente Ortega su apoyo para preservar la seguridad social. No sé cuál aporte habrá dado Ortega, pero sí recuerdo que fueron turbas promovidas por su partido las que salieron a reprimir a garrotazos, morterazos y machete a quienes salieron a manifestarse públicamente contra acciones del Gobierno. No sólo eso: también fue Ortega quien maniató a la Policía para que no actuara y dejara que los armados se ensañaran en gente indefensa. ¿Entonces, Comisionada?
¿Y las leyes?
Nicaragua está sometida a un proceso de demolición de su Estado de Derecho que debería hacernos reaccionar antes que toquemos fondo. La ley es un chiste. Ortega entiende que la ley le sirve para exigir a los otros, pero él y los suyos no tienen ninguna obligación de cumplirla. Es como si jugáramos un partido de beisbol donde las normas van cambiando según le apetezca al administrador de un equipo. Y las tandas son de seis outs cuando le toca batear a él y de uno cuando le toca a los contrarios, decreta que las carreras de su equipo son de ocho bases y las del suyo de dos. ¡Así no se puede! Y el problema es que emite decretos, declara inconstitucional la propia Constitución y prorroga plazos por cualquier jugarreta política, a veces sin mayor trascendencia, sin tomarse la molestia de pensar que se está cargando el país con sus disparates.
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