Por Vivian Sequera
TALCAHUANO, Chile / AP
La temporada de pesca está muerta. Al menos esos dicen los pescadores artesanales de esta localidad devastada por un tsunami y un terremoto el 27 de febrero que dejó barcos pesqueros de 50 toneladas sobre las avenidas y hasta uno menor frente a un pequeña tienda de abarrotes.
“Está muerta la temporada”, dijo Nelson Estrada, de 54 años, presidente del sindicato de Pesca Artesanal de Talcahuano, el mayor de la localidad con 760 pescadores.
La temporada se extiende desde fines de febrero por unos tres o cuatro meses para salir al mar y traer toneladas de sardinas y anchoas que serán vendidas a industrias que la procesan como harina para alimento de animales, como aves y puercos.
“Aquí cada uno salvó su pellejo”, dijo Francisco Huenchual, jefe de flota de una de las empresas armadoras, hablando desde un lote del puerto lleno de peces muertos y un barco sacado de las aguas por la fuerza de una de las tres olas que se abatió sobre la localidad.
“Fue un desastre, pero la reacción de las autoridades fue peor”, se quejó Huenchual que maneja tres barcos con entre 10 y 11 pescadores cada uno, y que pertenecen a una de las empresas de armadores de la región, que llegaron para evaluar la situación del puerto.
José Luis Gallego, uno de los propietarios de la empresa armadora Bayona, con una flota de tres barcos, dijo que el puerto puede reconstruirse, tanto como los barcos, pero que de momento no saben cuando podrá empezar esa actividad en el puerto, que genera casi 80% de la actividad comercial de la zona.
El puerto genera anualmente unos 40 millones de dólares en productos básicos de distintas especies y eso se multiplica debido al procesamiento, dijo Gallego, con sus pantalones salpicados del barro negro que quedó en las calles luego que las aguas se retiraron al menos los 200 metros que avanzaran dentro de la ciudad.
Benjamín Rencafierro, un pescador de 59 años, dijo que ni siquiera puede manejar la opción de salir del pueblo porque ni tiene a donde ir ni sabe hacer otra cosa que pescar.
Su barco, el “Achernar” yace ahora ladeado sobre el bordo de cemento del puerto, donde lo dejó la primera ola del tsunami. Rencafierro estaba junto a una decena de compañeros descargando la nave de 45 toneladas cargada de molusco.
Después del susto inicial de ver como la ola los subía y depositaba sobre el cemento, Rencafierro, solo sabe una cosa y es que “nadie nos dijo que teníamos que enfrentar esto, el no tener que pescar, la temporada se acabó”.