El domingo 7 se celebrarán en la Costa Caribe las elecciones para los Consejos Regionales Autónomos. Una elección es una esperanza de cambio y un renacer siempre y cuando sea transparente, sin mayores complejidades y realizada con la buena intención que debe guiar a un servidor público cuyo único fin debe ser realizar bien su trabajo, como se lo manda la ley.
Sin embargo, desgraciadamente, las elecciones a las que van a acudir nuestros conciudadanos costeños ya están condenadas. Sea cual sea el resultado. Y en eso, lo que podemos concluir es que ha sido una oportunidad perdida para los miembros de este Consejo Supremo Electoral de al menos tratar de lavarse la cara después del robo descomunal de las elecciones municipales del 2008.
O quizás precisamente porque estos personajes están convencidos de que su situación en el país está más allá de cualquier lavada de cara, entonces prefieren sacar el resultado que mejor les parezca, que como me dijo un encuestador, ni con una bola de cristal se puede adivinar porque está sujeto al vaivén de los intereses que en este momento tengan más peso. Lo que está claro es que el voto popular es lo que menos pesa. Veamos por qué.
Existe la muy leve y remota posibilidad de que los mismos que se robaron el voto en noviembre decidan esta vez dejar que los números salgan como salgan. De por sí el daño ya está hecho: cedulación manipulada, conformación de juntas receptoras de votos (JRV) donde tienen más peso partidos que nunca han participado en una elección (muchos de ellos que llenan su cuota con militantes sandinistas), oposición dividida y cero observación. Así las cosas, sumando la siempre alta abstención de los votantes de la región, pues no representa ningún peligro contar los votos bien, probablemente de todas maneras el partido de Gobierno obtenga buenos resultados, pues como expliqué, ya hizo el daño.
¿Y por qué entonces no permitir una observación irrestricta? Pues porque una buena observación no sólo confirma el conteo de votos, sino que analiza todo el entorno y como ya vimos ese entorno está totalmente manipulado.
La otra posibilidad que mencionan algunos es que se haga “un fraude al revés”, para demostrar que este Consejo es limpio y puede darle tanto la victoria a la oposición como al Gobierno, pero eso puede cuando mucho llegar a confundir al observador casual, no al observador agudo.
Y está la tercera posibilidad, que es la que a este momento yo le veo más peso. Basándome en la manera de comportarse del partido de Gobierno, en la que no está dejando espacio para nadie, yo creo que van a repetir el comportamiento de noviembre del 2008 y van a “asignar” (no van a lograr) una victoria arrolladora para el partido de Gobierno.
Más de algún orteguista recalcitrante dirá que lo que estoy haciendo es tratar de “desacreditar” más al CSE (como que si eso fuera posible), sin importar el resultado de las elecciones. Yo lo veo más bien como una prueba más de que este Consejo, haga lo que haga, ya no es digno de confianza, porque simplemente actúa de mala fe. Me habría hecho dudar si hubiera hecho las cosas bien: si hubiera observación independiente, si las JRV estuvieran conformadas de acuerdo a la ley y si la cedulación hubiera sido eficiente y transparente; pero no es así.
El desprestigio de este Consejo está más allá del fraude, todo su actuar es mal intencionado y por eso no puede continuar administrando elecciones. Hay que forzar la escogencia de nuevos magistrados, y que entre ellos haya una buena cantidad de demócratas, valientes y capaces que lleguen a defender la voluntad ciudadana, si es necesario hasta con los dientes.
Como dije hace meses, esto de la elección de funcionarios no es “purísima” ni repartidera. Nos estamos jugando el futuro del país.
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