Cuando se conoció que Amalia, con un cáncer muy avanzado y metástasis, estaba embarazada, se levantaron voces clamando por la necesidad del “aborto terapéutico” utilizando su caso para manipular los sentimientos del pueblo, de los magistrados y de los legisladores. El argumento fue parecido al que esos grupos usan siempre: no se puede salvar la vida de Amalia ni darle la atención médica que necesita si no se sacrifica primero al niño abortándolo; es decir, hay que matar al niño para salvar a la madre. Según eso, sería necesario el “aborto terapéutico”.
Se trata de un argumento que parte de una suposición falsa, pues no es cierto que la ley prohíba en esos casos dar a la madre toda la atención médica y los tratamientos que necesite. Si a causa del tratamiento se produce un aborto o la muerte del niño, se trataría de un efecto indirecto no deseado y no constituye ningún delito. Eso es muy diferente a ir directamente con la intención de provocar el aborto con la excusa de que es un “aborto terapéutico”. El médico debe tratar de salvar a los dos, pero si por el tratamiento fallece el bebé, no se comete ningún delito pues según el artículo 4, numeral 9 del Código Penal, no tiene ninguna responsabilidad penal el que con ocasión de realizar una conducta lícita (tratamiento de la madre) cause un mal sin desearlo (aborto o fallecimiento del hijo), aunque fuera algo previsible.
Esto en la ética se llama Principio del Doble Efecto: Si por lograr un fin bueno y utilizando medios legítimos se produce un efecto malo no deseado, no se viola ningún principio ético. Aunque aquí no hablamos de religión sino de principios éticos universales y de la defensa de la vida (y como ha dicho monseñor Leopoldo Brenes, la vida vale más que la religión), menciono que es un principio aceptado por todas las religiones que yo conozco, incluso por las más practicadas en Nicaragua: Católica y Evangélica. Para estos casos el Ministerio de Salud (Minsa) tiene protocolos a seguir que son conocidos por los médicos (tanto del Minsa como privados), o al menos tienen la obligación de conocerlos. Por consiguiente no es necesario el aborto terapéutico (y los abortistas lo saben bien aunque lo ocultan). Su aprobación sólo abriría las puertas para que con el pretexto de practicar “abortos terapéuticos” se desate una carnicería de abortos matando a miles de criaturas inocentes por cualquier motivo. Un negocio muy productivo a nivel mundial con el que sueñan aquí algunos que también reciben mucho dinero del exterior por hacer sus campañas pro aborto.
El Secretario General del Minsa, Enrique Beteta, ha asegurado que Amalia está bien atendida con el tratamiento adecuado para su cáncer y que ella no quiere abortar a su hijo. Amalia recibe la mejor atención y su embarazo no es obstáculo para recibirla. Por supuesto que su cáncer es tan grave que nadie puede garantizar cuánto tiempo vivirá ni se sabe si el bebé sobrevivirá. ¡Pero se lucha por la vida de ambos! Ojalá sobrevivan los dos y Amalia logre vivir un largo tiempo a pesar de lo serio de su enfermedad. Pero si por desgracia se produjera uno u otro fallecimiento nunca podrá decirse que el “aborto terapéutico” hubiera salvado la vida de la madre. Aunque con seguridad podríamos decir que se hubiera matado innecesariamente al niño.
El autor es abogado y periodista.
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