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LA PRENSA/CORTESÍA.

Tengo un mal presentimiento

No me cabe ninguna duda, la narrativa aún nos depara agradables sorpresas: Tengo un Mal Presentimiento, libro de veintitrés cuentos más una noveleta, del escritor nicaragüense Arquímedes González lo refrenda con creces.

Por Corea Torres

No me cabe ninguna duda, la narrativa aún nos depara agradables sorpresas: Tengo un Mal Presentimiento, libro de veintitrés cuentos más una noveleta, del escritor nicaragüense Arquímedes González lo refrenda con creces.

Recientemente publicado el pasado 2009, este volumen de relatos resultó ser uno de los ocho ganadores del Certamen de Publicación que convoca el Centro Nicaragüense de Escritores, con los auspicios de la Asociación Noruega de Escritores y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega para beneplácito del público lector.

Bien sabemos que el amor, el deseo y las pasiones, derivadas de las relaciones entre hombres y mujeres, han sido piedras de toque de sus acciones desde siempre, no reparar en esos temas, representaría, sencillamente, no percatarnos de la razón de nuestra existencia y Arquímedes González parece estar muy consciente de su importancia. Tengo un Mal Presentimiento, conjunta historias que cuentan, la forma de cómo estas pulsiones logran trascender el estadio de lo común sin olvidar la raíz que las fundamenta. Pulsiones, digo yo, que remontan tiempo y geografía convirtiéndose en atemporales por cuanto nos tocan a todos, en cualquier lugar y en todas las épocas habidas y por haber, y que ya han sido referidas, sólo que cada autor les confiere el peso de su estilo, de su literatura.

Arquímedes decide arriesgar e impone su concepción de relatar; con una prosa que nos recuerda que la brevedad y la concisión estrujan los textos hasta exprimirlos, orillándolos a expresar con mayor potencia. Aprovecha las ventajas que le ofrece la puntuación, los espacios intertextuales y los silencios, para darle vuelta a la construcción farragosa. Constriñe el lenguaje con tal oficio que permite al lector enfrentarse con una lectura ágil, en donde, la estructura y composición del fraseo y párrafos aporta una dinámica que se conjuga con los elementos argumentales para darle vivacidad a las acciones desarrolladas, velocidad a los acontecimientos, ligados a una modernidad que nos atosiga y en donde según la perspectiva de Arquímedes se encuentra el nuevo desarrollo de las relaciones amorosas, de las obsesiones eróticas, de las pasiones inconfesables, como lo ha sido, repito desde el principio de los tiempos.

En las historias contenidas en Tengo un Mal Presentimiento hay una mirada que atisba en los lados oscuros de los protagonistas sin llegar a extralimitarse, ni regodearse con la tragedia y el dolor, pero si hay sangre, cierto sabor de amargura y sobre todo clima de desencanto, parece que todos los cuentos poseen ese factor común que los enlaza hasta convertir el libro en un mapa integral de la parte triste del corazón humano.

Las escenas se suceden una tras otra matizadas del color púrpura, enfatizando situaciones plenas de soledad y decepción, desde el cuento que da título al libro, cuya línea argumental justo se basa en la premonición de una persona, quien le anuncia a la esposa de su amigo —que carece de nombre como los demás personajes mencionados—, la muerte de éste en un accidente de aviación, pasando por Nostalgia en el Bosque, espectáculo visual de la suposición del asesinato de un par de niños llamados Ignacio y José, posterior al descubrimiento de dos cráneos enterrados en el bosque, para después aterrizar en las machaconas historias de encuentros y desencuentros amorosos que tienen que ver con La Obsesión con Celia; Las Lágrimas de Mama Naya, Muerte Violenta de Margarita Alvarado de manos de su esposo Rodrigo Cuaresma; Acosador, como su título lo anuncia, un alguien persigue denodadamente a una mujer hasta que la descubre sin vida, en la sección de Sucesos del periódico; la seducción en Lucrecia; una muerte prematura en Los pechos de Silvia, y así concatenadamente hasta desembocar en la noveleta Conduciendo a la Salvaje Mercedes.

Además de los nombres de mujeres ya citados la lista de los deseos a su vez de seductora es larga porque se agregan otros nombres, que lucen embriagantes y mucho más cuando conocemos lo que les pasa: Margarita, Lucía, Rebeca, hasta una japonesa llamada Miho. Los relatos de Tengo un Mal Presentimiento son escuetos, manifiestan la querencia del narrador por una perseguida brevedad cuyo sino esencial se regodea en charcos visuales de aguas turbias, impregnadas de una realidad que pareciera tocarse como un algo de textura ofensiva al tacto, a los sentidos, por aquello de lo doloroso cuando se tocan las heridas, aunque debo decirlo, en esa brevedad Arquímedes logra dotar a su lenguaje de cierto “feeling” que le permite narrar tan insanas relaciones, siempre al borde de la tragedia, con ese sabor de entrañable que debiera llevar toda historia contada eficazmente.

Después de la lectura del libro cada quien escogerá sus textos preferidos, a mi me llama mucho la atención Conduciendo a la salvaje Mercedes, sin demérito de los demás incluidos. La noveleta, para nombrarla de algún modo, pues también podría considerarse cuento largo, que para el caso de la lectura es indistinto, guarda en sus intersticios la cuota poética del lenguaje de Arquímedes, porque en la construcción del apasionado encuentro que propone, entre un protagonista que para variar no tiene nombre y su amante Esther, por cierto comprometida con el joven XXX, construye con sus palabras imágenes sumamente sugerentes, para adentrarnos en los meandros del sufrimiento del protagonista al saberse plato de segunda mesa, acude al corte de las frases ocupando, como ya lo mencioné, los puntos y apartes como un recurso sistemático, generando así un cierto ritmo sincopado que va acorde con la gama de sentimientos dibujados al interior de Esther y su pareja, con los pasajes eróticos subidos de tono, con las debacles momentáneas que padecen los amantes, pero también con la preocupación por el degradado entorno citadino.

Pese a la referencia —que no oculta— de su lugar de origen: esa ciudad de Managua, tan violentamente dulce, diría Julio Cortázar, y tan decadente, sucia, triste, y a la vez querida y entrañable, diría yo, respira y expele aires cosmopolitas, cumpliendo con aquella máxima del arte: aspirar a lo universal a partir de lo local. Subyace a lo largo de la noveleta y enfatizado en el capítulo XI Comencé a contar los días, la profunda reflexión que Arquímedes hace sobre la Managua actual y su lago Xolotlán: “Con charcos, polvazales, limosneros esquivando el tráfico, putas desnutridas, sudor y basura por todas partes, en una labor calculada, y estimulada de generación en generación, en un acto liberador o tal vez, parte del primitivo impulso de esta sociedad sucia de querer ver sus inmundicias en sus narices para sentirse feliz, orgullosa de ser considerada igual de inteligente que las moscas y una gran calle de juegos de azar mostrando a Aladino, faraones y galaxias”.

Conduciendo a la salvaje Mercedes cierra con inusitada potencia expresiva el libro Tengo un Mal Presentimiento, porque creo, contiene la pequeña desgracia personal, de un individuo que perdió a su amada en brazos de otro, con la consecuente soledad que depara dicha acción, al amparo de una ciudad inhóspita, sólo que contada con la eficacia e intensidad de un verdadero cazador del tema del desencanto amoroso.

Celebro la publicación de Tengo un Mal Presentimiento, de Arquímedes González, voz de incuestionable talento que dota de frescura el ámbito narrativo centroamericano.

PUEBLA, MÉXICO. 15 ENERO 2010

La Prensa Literaria

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