Trágame
Abre la boca y bébeme
Succióname
Aspírame
Chúpame
Déjame leve entrar
suave como pez lucio
Comprímeme
este cuerpo,
este color verdoso,
estas aletas fuertes,
mi cola triangular
Absórbeme
quiero poder sentir
la entrada de tu espina
la caricia líquida
Abreme
párteme
lléname de tí
oh mar
enorme
azul
que vive frente a mí.
ATARDECER
A la hora que cae la tarde sobre el Océano Índico
y salen las mujeres extranjeras
a pasear a los perros
y los trabajadores vuelven a sus casas
después del día de disparos y asedios
y la nube negra de zancudos espera
que se abra la puerta con cedazo
a la hora que mi cabeza salta
y se refugia el pensamiento en una esquina
y sale la cocinera
a echar tortillas
(con la maseca importada y traída de lejos)
cuando no queda tan solo un pájaro
revoloteando por el balcón de Bécquer
a esa hora
está mi mecha
ardiendo, apasionada
resoluta
quemándose
bajo la tenue luz.
LAS CALLES DE MAPUTO
El calor, el olor, los colores
Las mujeres, hombres y niños
Los parques, donde pequeños vendedores,
muestran sus mercancías.
El mar es mi hermano mayor,
ése que no tengo
está aquí
recordándome que la vida es esto:
un beso, una sonrisa, un tibio corazón,
tres niñas cruzando la calle
un muchacho y su cabra
la madre, bella, vestida de capulana
la sonrisa desdentada del viejo
que jala su carreta.
La alegría inconstante
y su voz interior.
Ojo que reconoce
el calor, el olor, los colores
de este mundo en que vivo.
Maputo, 2009
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