El Puerto de La Unión, en la costa salvadoreña del Golfo de Fonseca, aspira a convertirse en uno de los grandes centros del comercio regional con la llegada, posiblemente a partir de mayo, de los grandes barcos postpanamax, es decir, aquéllos que por el momento no pueden pasar por las esclusas del Canal de Panamá, con capacidad de carga de hasta 7,000 contenedores.
Desde las laderas del volcán Conchagua lo más llamativo de la ciudad portuaria es el nuevo muelle y su torre de control, sin barcos, ni personal, apenas unos trabajadores se mantienen terminando los últimos trechos de piso.
En una segunda entrega, de tres, LA PRENSA presenta un acercamiento a esta parte del Golfo de Fonseca, que registra un desarrollo que contrasta con el de las poblaciones localizadas en Nicaragua y Honduras.
Llegar a La Unión es fácil. Desde San Salvador, la capital de El Salvador, una autopista de cuatro carriles une el puerto con el centro y por si fuera poco, algunos empresarios hasta sugieren construir un aeropuerto departamental.
El Salvador con su dolarización y economía también es un refugio para los vecinos empobrecidos, sobre todo nicaragüenses. Sólo en la playa de Las Tunas, en el Golfo de Fonseca, pueden laborar anualmente cien nicaragüenses, mano de obra fluctuante, que viene y se va por temporada, mujeres ante todo.