CORRESPONSAL/CHINANDEGA
Con el lema “Para hacer futuro, hay que hacer presente y cambiar la realidad que vive el país”, 300 jóvenes de varias universidades se entregaron de lleno este pasado fin de semana a construir casas en comunidades de León y Chinandega.
La entrega de la casa mediante el programa de Un Techo para mi País, constituyó un momento emotivo y según los jóvenes voluntarios, que oscilan entre las edades de 16 y 28 años, convivir con pobladores humildes les cambia la forma de pensar.
En una bitácora que les entregan en las universidades se mantiene el contacto con los ciudadanos que han conocido.
Allan Mayorga, estudiante de Arquitectura de la Universidad Centroamericana (UCA), ha apoyado la construcción de casas en Managua y Matagalpa.
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ESTUDIANTES DIRIGEN OBRAS EN COMUNIDADES
Mayorga esta vez dirigió con sus compañeros de estudio la instalación de los pilotes, el piso, las paredes, ventanas y la puerta en el patio de una humilde vivienda en el reparto Germán Pomares, de Chinandega.
Iker Luna, voluntario permanente que proviene de la Universidad Americana (UAM), coordinó desde el sábado las 30 casas prefabricadas en el municipio de El Viejo y la periferia norte de la ciudad de Chinandega.
MÁS DE 200 CASAS
En Nicaragua, durante un año, Un Techo para mi País ha construido 207 casas en comunidades donde se detecta a las familias pobres que las necesitan con urgencia. El programa de la referida ONG está presente en 15 países de Latinoamérica.
El ciudadano rivense Ronald Morales y la doctora Mayra Aguilar, con residencia en Managua, se mostraron regocijados de su hija Mayra Lucía quien laboró este fin de semana para colaborar con una humilde familia en Chinandega. La Fundación Coen ha apoyado las construcciones de casas de emergencia en este departamento.
BENEFICIARIOS EMOCIONADOS
Feliz de tener su casa de madera con la puerta y dos ventanas, se mostró la humilde habitante Yelba Marina Murillo, en el reparto Germán Pomares, frente a la colonia El Naranjo, carretera hacia el municipio de El Viejo.
“Estoy agradecida con Dios y con esta organización de Un Techo para mi País”, manifestó emocionada la ciudadana acompañada de dos hijas, un hijo y un nieto.
Ella ha laborado por 18 años en el servicio de limpieza del Hospital España, sin que lograra construir su casita, por lo que sobrevivía en una champa de plástico.
Por su parte, el joven triciclista William José Galeano señaló que mediante gestiones en su comunidad resultó favorecido con la casa, por la que entregó apenas 100 dólares.
“Estoy contento de tener ahora mi casita, con eso que entregué (los 100 dólares) no pago ni el zinc que ponen”, precisó el muchacho junto a su compañera de vida y su retoño.
De esta manera, decenas de familias pobres han sido beneficiadas por Un Techo para mi País, con la destacada participación de estudiantes cuya labor es importante, pero más valiosa la experiencia que ellos adquieren conociendo la realidad de personas de escasos recursos.
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