MOSCÚ/AP/AFP
El primer ministro ruso Vladimir Putin prometió ayer “sacar de las cloacas” a los cerebros detrás del doble ataque suicida en el metro de Moscú, que dejó 39 muertos y decenas de heridos.
El poderoso primer ministro habló mientras Rusia lloraba a los muertos de los ataques del lunes. Pasajeros con los ojos llenos de lágrimas colocaban velas encendidas y claveles en las estaciones atacadas.
Las explosiones provocaron estupor en un país que se había habituado a que la violencia estuviera reducida a un agitado rincón del sur, y significaron el regreso del terrorismo a la vida cotidiana de los moscovitas después de seis años.
Mientras políticos influyentes reclamaban la reimposición de la pena de muerte, los ataques provocaban temores de nuevos recortes de las libertades civiles bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, una acusación frecuente contra Putin durante los ocho años de su Presidencia.
“Yo comprendo lo que harán las autoridades. Reanudarán la persecución de la oposición, habrá más censura, espionaje político. La policía antimotines disolverá los mitines y protestas de la oposición. Pero esto no nos salvará del terrorismo”, dijo el prominente líder opositor Boris Nemtsov en un editorial en la revista por internet Grani.ru .
Putin llegó al poder en 1999 con la promesa de reprimir a los rebeldes del Cáucaso y consolidó su control tras la crisis de los rehenes escolares de Beslan en 2004 al abolir la elección de los gobernadores regionales.
En un mensaje por televisión el martes, Putin expresó su certeza de que hallarán a los cerebros de los dos ataques perpetrados por mujeres.
“Sabemos que están ocultos en sus guaridas, pero está en juego el orgullo de los organismos de seguridad de arrastrarlos de las cloacas a la luz del día”.
EN REPRESALIA
Muchos conjeturan que las explosiones, atribuidas a extremistas musulmanes de la región del Cáucaso, que incluye Chechenia, fueron represalias por la muerte de líderes separatistas a manos de la policía rusa.
La ciudad seguía presa del nerviosismo el martes, aunque la gente volvía a viajar en el metro.
“Siento la tensión en el metro. Nadie sonríe ni se ríe”, dijo la estudiante Alina Tsaritova no lejos de la estación Lubyanka, donde se produjo una de las explosiones.
Las suicidas detonaron cinturones explosivos durante la hora pico matutina en las estaciones, dijeron los investigadores.
Cinco de las 71 personas hospitalizadas estaban en estado crítico, dijo el funcionario de salud Andrei Seltsovsky al canal de noticias Rossiya-24.
Funcionarios de emergencias dijeron que restaba identificar cinco cadáveres.
El Papa Benedicto XVI manifestó ayer “su firme condena” por el doble atentado suicida, que calificó de “acto de violencia atroz”.
“Expreso mi profundo dolor y mi firme condena por esos actos de violencia atroz”, escribió el Papa en un telegrama dirigido al presidente ruso Dimitri Medvedev.
Ver en la versión impresa las páginas: 8 A