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Las lanchas zarpan diario entre diversos poblados en el Golfo de Fonseca. En muchos casos las personas tienen que bajarse aún en plenas aguas y, junto a la carga, llegar a tierra firme. LA PRENSA/G. FLORES

Las islas del golfo: pequeños paraísos

A escasos metros del muelle municipal donde salen las lanchas a las islas salvadoreñas del Golfo de Fonseca, se puede sentir el hedor de aguas negras del cauce que llega a estas aguas, donde un mar café sustituye el tono verde de las otras playas de La Unión.

A escasos metros del muelle municipal donde salen las lanchas a las islas salvadoreñas del Golfo de Fonseca, se puede sentir el hedor de aguas negras del cauce que llega a estas aguas, donde un mar café sustituye el tono verde de las otras playas de La Unión.

Como aún se reconstruye el atracadero, la gente abandona los botes aún en el agua y caminan hasta la caseta donde los próximos pasajeros esperan, nadie parece molestarse por eso y se encaminan en orden y sin protestar hasta el malecón.

Varias lanchas zarpan diario a las islas Zacatillo y Meanguera desde el muelle de La Unión. Las islas salvadoreñas están a menos de media hora de distancia y son —en comparación a la ciudad o el resto del país— un oasis de tranquilidad único. Las maras no llegan, ni los autos, pero tampoco los turistas.

Muchos hondureños aún usan la cercanía entre las islas. Marisela Espinoza, por ejemplo, viaja entre Amapala y La Unión con su abuela. En El Salvador el servicio médico es mucho mejor que en Honduras, aunque el transporte es más caro. Su padre las deja en la isla Zacatillo, donde también esperan después de la consulta.

La relación entre los países era mejor en los setenta. El profesor amapalino Raúl García recuerda que entonces era más fácil ir a La Unión, mientras con Nicaragua hubo mucho comercio desde el Estero Real, pero con la guerra el vínculo se perdió.

Una de las lanchas lleva pasajeros al muelle de Meanguera por escasos tres dólares (alrededor de 63 córdobas), la isla en el centro del golfo parece estar a media hora de cualquier lugar, ya sean los farallones de Cosigüina en Nicaragua, La Unión en El Salvador o Amapala en Honduras.

Tal vez por esa cercanía, algunos nicaragüenses terminaron viviendo aquí, como es el caso de Justino Romero, oriundo de Cosigüina y su esposa Sonia Velásquez, de Potosí.

Romero sobrevive transportando carga del muelle a las casas en las calles angostas y casi verticales de la isla a un dólar por bulto o dos (entre 21 y 42 córdobas), dependiendo de la distancia.

En Meanguera hay un inversionista estadounidense que desde hace cuatro años encontró su sueño americano en El Salvador.

Compró un hotel abandonado que se llamaba El Mirador, construyó un condominio de cuartos amplios y lujosos, se mudó al tercer piso donde vive con su esposa e hijastro y el resto del edificio lo hizo hotel y restaurante, únicos en el lugar, porque hace algunos meses desapareció El Paraíso por la falta de turistas y mantenimiento.

Jacqueline Benítez, técnica hotelera encargada, asegura que el turismo no aparece como alternativa en las políticas locales, aunque el 70 por ciento de los habitantes de la isla vive de remesas familiares, mientras el resto sobrevive de la pesca y la ganadería.

Desde la terraza del hotel se puede ver la isla Meanguerita, mejor conocida como la “isla de los pelícanos” por ser una reserva natural de aves. A una distancia alcanzable está la isla de El Tigre, por la noche es posible ver las luces de los caseríos en el lado hondureño.

Estas aguas en permanente disputa y los islotes que circundan Meanguera y El Tigre provocaron durante más de un siglo tensiones entre ambos países, hasta un dictamen de la Corte Internacional de Justicia en 1992.

Desde Meanguera es fácil llegar en una de esas tantas lanchas que prestan servicio de transporte o pesca, pero los lancheros prefieren arriesgarse antes de pagar el zarpe en la naval y hacen el viaje de 15 a 20 minutos ilegalmente hasta una playa de verano.

Si fueran a Nicaragua, sería más caro, pero fácil. Una gran cantidad de lanchas salvadoreñas tienen doble nacionalidad o al menos tienen pintado Corinto o Potosí a los lados en caso que los atrape una patrulla del ejército.

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  • Francisco Baltodano, director del Proyecto de Desarrollo Comunitario de la isla El Tigre (Prodecit) , es uno de los pocos nicaragüenses que se ha radicado en Amapala, llegó como parte de un proyecto social y hace un año tomó la dirección local de Prodecit.
Explica que el municipio por estar en una área fronteriza es una mezcla de los tres países del golfo, desde comida hasta los hábitos.

El alcalde Alberto Cruz revela que hay un hermanamiento entre La Unión, El Viejo y Amapala. Los alcaldes de los municipios vecinos llegaron a su toma de posesión.

Uno de los pocos encuentros que existen entre estas comunidades fronterizas se da durante las fiestas patronales de Amapala en mayo, cuando llegan muchos visitantes de Meanguera y Cosigüina.

Al alcalde Cruz le gustaría establecer hermanamientos con las municipios del golfo nicaragüenses y salvadoreños, al estilo europeo.

También quisiera pedirle a los comerciantes de El Viejo (Chinandega, Nicaragua) y La Unión (El Salvador) participar en alguna feria en la isla El Tigre.

Ya un grupo folclórico de El Viejo vino a celebrar el Día de la Madre a Amapala.

“Deberíamos permitirnos hacer convenios e intercambios culturales, por qué no compartir las costumbres?, ese tipo de intercambio es bonito y hay que mantenerlo, tener nuestras fiestas patronales e invitar a los vecinos, de esa manera vamos a aprender a querernos”, expresa Cruz

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AMAPALA OLVIDADA

Honduras tiene mayor extensión de costa en el golfo, unos 185 de 261 kilómetros, pero apenas cuenta con derechos a salir por el Pacífico, atrapado entre las franjas de Nicaragua (47 kilómetros ) y El Salvador (29 kilómetros).

La isla El Tigre, la más grande de la zona, fue históricamente el puerto centroamericano por excelencia por su profundo canal natural, pero poco a poco fue desplazado, incluso por el puerto vecino de San Lorenzo.
El golfo de Fonseca es constantemente vigilado por las fuerzas navales de El Salvador, Honduras y Nicaragua. LA PRENSA/G. FLORES

El profesor Raúl García, dice que “para nuestro país la isla es la más importante en cuanto a su posición estratégica. Desde su fundación en el siglo XVIII fue el punto de entrada de Centroamérica”, pero hace 40 años la vida de Amapala centrada en la actividad portuaria, sufrió el abandono con el traslado del muelle a San Lorenzo.

Muchos jóvenes tienen que emigrar, en principio porque no hay fuentes de trabajo y en segundo lugar porque no hay una universidad cerca, el turismo fuerte está en la costa norte, aunque en marzo la recién nombrada ministra de Turismo, Nelly Jerez, visitó la isla y prometió apoyarlos.

El maestro de secundaria y su esposa, están más que claros que la alternativa para la isla es el turismo.

Ellos administran un hotel-restaurante en playa El Burro, otras familias con apoyo de algunos organismos cooperantes han separado cuartos de sus casas para recibir visitantes, además se ha construido una zona hotelera en Playas Negras y el barrio La Máquina.

Sin embargo, pese a la calle adoquinada que circunda los 18 kilómetros de la isla, para llegar a tierra firme los amapalinos deben abordar los botes que los transportan a Coyolito y de ahí viajar hora y media hasta San Lorenzo, la ciudad más cercana.

Francisco Baltodano, director del Proyecto de Desarrollo Comunitario de la isla El Tigre (Prodecit) explica que el municipio es uno de los más pobres de Honduras, un 28 por ciento de los niños de las comunidades sufre desnutrición aguda. Hay unos 3 mil 500 pescadores que causan una presión sobre el recurso pesquero y faltan empleos formales, por eso las necesidades aparentes han invadido a la gente, cosas como celulares, gaseosas; mientras los bingos y rifas se vuelven formas de sobrevivencia.

“Amapala fue uno de los principales puertos en el Pacífico, pero eso es parte de la historia. Nos quedamos aletargados cuando dejamos de ser zona portuaria, la vía de desarrollo que tenemos es el turismo, pero uno que le permita a los amapalinos cambiar, para no ver al turista como la tabla de salvación por un día, sino, para hacer una empresa constante”, afirma el alcalde Alberto Cruz.

PREOCUPA MEDIO AMBIENTE

La contaminación es uno de los grandes problemas del municipio de Amapala, que incluye la isla El Tigre y sus islotes aledaños. Hay prácticas agrícolas deficientes, las plantíos utilizan mucho gramoxon y herbicidas, por eso se perdieron la langosta y camarones porque los residuos llegan al mar cuando llueve.

Una de las organizaciones más antiguas que han trabajado en la zona es el Comité para la Conservación y Desarrollo del Golfo de Fonseca (Codefagolf), desde 1988 se organizaron para establecer mecanismos para sostener la pesca.
Los caseríos de Meanguera al caer la tarde. LA PRENSA/G. FLORES

“Había un uso descontrolado de la larva del camarón en Valle y Choluteca, la búsqueda de camarón también estaba aniquilando la biodiversidad, pues para capturarlos había que sacrificar unas cien especies de peces, explica Saúl Mantufar, responsable de organización.

El tema ambiental toca también la explotación de los manglares, cuyo uso está prohibido en Honduras y aunque hay leyes muy estrictas que han disminuido la destrucción del recurso, aún se otorgan concesiones a camaroneras.

DEPREDADORES DEL MAR

Tanto Cruz como Mantufar coinciden en considerar las prácticas de pesca hondureñas como depredadoras, pero también en pedir que el manejo del recurso se haga de manera trinacional, petición que obviamente es rechazada por Nicaragua, donde aún hay suficiente.

“Nicaragua tiene más recursos porque su pesca no es tan depredadora, eso lo entendemos, pero ese conflicto puede traer mañana un conflicto peor”, revela el alcalde Cruz y agrega que el manejo conjunto no sólo debería ser con el tema pesquero, también podría incluir el turismo y ecoturismo, porque “si ponemos una veda qué alternativa le ofrecemos a los pescadores”.

Mantufar disculpa la sobreexplotación de los recursos por la extrema pobreza que se vive en la región. “Acá la mayoría de los pescadores no tiene otra fuente de ingresos, son pescadores que no tienen tierras y nunca ha existido interés para presentar fuentes alternas de trabajo, se dedicaron a vivir de la pesca que ahora no da ni para la subsistencia”, dice.

El Gobierno hondureño también ha prohibido las mallas que capturan peces pequeños, porque el recurso marítimo está prácticamente extinto, ahora los pescadores tienen que ir a El Salvador y Nicaragua por las noches para evitar las patrullas.

Sin embargo, Mantufar insiste en considerar que se puede hacer un uso racional de los recursos aún con la enorme cantidad de pescadores, tomando como ejemplo a países desarrollados, cree que puede existir un plan de manejo integral en base a un estudio de capacidad de carga del Golfo de Fonseca.
Una de las islas del Golfo de Fonseca, coronada por el resplandor del sol. LA PRENSA/G. FLORES

La propuesta de Codefagolf es establecer cuotas de capturas, crear vedas y nichos de pesca, homologar el tipo de artes pesqueros y de embarcaciones, todo de forma trinacional. Por otro lado, la alternativa para los pescadores más que el turismo, es la crianza de algunas especie de peces, como pargo, róbalo o corvina.

convenios e intercambios culturales, por qué no compartir las costumbres?, ese tipo de intercambio es bonito y hay que mantenerlo, tener nuestras fiestas patronales e invitar a los vecinos, de esa manera vamos a aprender a querernos”, expresa Cruz.

Nacionales Golfo de Fonseca archivo

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COMENTARIOS

  1. Martin Solorzano
    Hace 14 años

    Ese lugar es muy bonito. Potosi en la parte NIca es muy lindo tambien. Si las carrateras esuvieran en mejor estado seria mas facil llegar a estos lugares tan bellos de arenas negras volcanicas.
    AL igual el volcan Cosiguina es impresionanate y sus aguas termales muy agradables. Algo muy inusual y bello al mismo tiempo.

  2. OCTAVIO A. MENOCAL
    Hace 14 años

    Estoy de acuerdo con Martín en cuanto a que Potosí es un lugar muy bonito. Igualmente lo es la Punta de San José donde se puede observar el arribo de tortugas desde el Oceano Pacífico. Que necesitamos? Que el gobierno construya carreteras, que INTURISMO promueva el turismo, que Min. de Comercio Exterior habra Potosí al comercio regional de manera mas abierta y favorable. Tenemos el ecoturismo en el Cosiguina y muchas cosas propias de nuestra gente que vive en esa zona del pais. Hay que vend

  3. Alvaro nica 100%
    Hace 14 años

    Potosi es bello…. io visite ese lugar un tiempo atraz y kede maravillado…. tiene una belleza unica…. playas con arenas totalmente negras…. con aguas cristalinass y serenas precioso lugar deberian construir un resort o algo asi ahi….

  4. Camano
    Hace 14 años

    Digamosle al violador Ortega que con lo que ha robado done un poquito para hacer una carretera para el pueblo.

  5. Mayela Vargas
    Hace 14 años

    Destruccion de la ecologia en Costa Rica por parte de nicaraguenses, no tienen compasion por la vida silvestre. Que Dios les cobre este acto de barbarie!!!

    http://www.aldia.cr/ad_ee/2010/abril/01/sucesos2321268.html

  6. jose david laguna
    Hace 14 años

    Esta muy bien todo lo que dicen respecto al aspecto turistico, pero
    sin temor a equivocarme, estoy 100%seguro, que cuando llegue
    el progreso y la “civilizacion” tambien llegaran las maras y la deli
    cuencia, y los politicos sucios que prometen de todo lo que no dan.
    Lo se por experiencia con respecto a una islita aqui, despues que
    llego el progreso, tambien llego la delicuencia antes desconocida.

  7. Joe
    Hace 14 años

    Para Mayela Vargas, en ese reportaje en ningún parte dice Nicaragüense.

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