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Hugo Ramón García

4 de abril de 1954, una fecha para recordar

Ayer domingo se cumplió el 56 aniversario de la fallida rebelión del 4 de abril de 1954, la cual fue planificada, dirigida y protagonizada por aguerridos nicaragüenses con vocación democrática que se opusieron con hidalga valentía a las necias ambiciones del dictador de aquella época, Anastasio Somoza García, quien pretendía por encima de todo orden legal reelegirse para otro período presidencial.

A pesar de que aquel complot democrático falló, fue una hazaña que quedó para siempre en el corazón de la Patria. El operativo consistía en secuestrar al viejo Tacho junto con sus hijos Luis, y Tachito, y posteriormente ejecutarlos, lo cual había sido acordado por los complotistas. Pero el plan no funcionó por la cobarde delación de la conjura que hiciera un infiltrado en el movimiento, uno de esos traidores que le dan continuación al papel entreguista de Judas cuando vendió a Cristo.

De manera que aquella conjura democrática fracasó por culpa de los sádicos emuladores del crimen que siempre han sembrado el terror en Nicaragua, esta irredenta República sitiada por muchos males y amenazada en los actuales tiempos por los bellacos propósito de la reelección, que como o un tema candente ocupa sonados espacios en la opinión pública, y la cual indudablemente llevaría a la oscura prolongación de una odiosa dictadura que, escudándose en una fracasada Revolución, ya no tendría cabida en el idioma de la historia, mucho menos en el espíritu de la democracia que aboga sin tregua por los mandatos de la paz social.

De haber triunfado la rebelión del 4 de abril de 1954, que se apoyaba elementalmente en la justificaciones que le asistían, este país que no puede llamarse república y hoy es más irredento que nunca hubiese sido objeto de cambios profundos, a estas alturas estaría gobernado por gente proba, por estadistas que le rindieran culto a la honradez ciudadana, y no por gobernantes que han prostituido los caros conceptos de nación, imponiendo la corrupción en todas sus expresiones.

El 4 de abril es una fecha para recordar. Para rendir un tributo a la memoria de los verdaderos héroes de Nicaragua que jamás importaron doctrinas extranjerizantes para alcanzar el cambio que demandaban, sino que buscaron con el testimonio de su sangre el legado por una democracia francamente legítima. Y no por el tipo de “democracia” que usan los sandinistas-orteguistas con enormes carteles que cruzan los confines de la patria, utilizando el culto a la personalidad y destruyendo más la escuálida y empobrecida economía de esta República, que continúa ahogándose por tanta injusticia que promueve el actual Gobierno.

Abril, es el mes de la muerte en Nicaragua, como lo ha dejado escrito para la posteridad el laureado poeta y escritor Ernesto Cardenal. Es el mes que ha teñido de sangre los campos nicaragüenses. Es el abril de 1954 con su marchita y acongojada primavera.

Por la venganza del dictador cayeron bajo el fuego de las balas asesinas los héroes Manuel Agustín Alfaro Carnevallini, los hermanos Adolfo y Luis Felipe Báez Bone, Manrique Umaña, Pedro José Reyes, Amado Soler, Rafael Praslin, Francisco Caldera, Miguel Ramírez, Optaciano Morazán, Carlos Ulises Gómez, José María Tercero Lacayo, Luis Felipe Gaduardi, Francisco Madrigal, Pablo Leal Rodríguez, Francisco Granillo, Ernesto Peralta, Antonio Velásquez, Guillermo Gutiérrez, Humberto Ruiz, Juan Ruiz Traña, Edgard Gutiérrez, y Juan Martínez Reyes.

A todos ellos la Patria agradecida les rinde honor eterno.

Opinión rebelión recuerdo archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

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