14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

¿Qué quiere el

Estados Unidos ha tenido muchas razones para estar interesado en el desarrollo político de Nicaragua. Hace un par de siglos atrás era por la necesidad de construir un canal interoceánico que agilizara el comercio marítimo. Nicaragua presentaba ventajas geográficas atractivas, pero al final el canal quedó en planos.

T

í

o Sam

Fotos de La Prensa/Archivo

¿ Por qué a Estados Unidos le interesa tanto la política nicaragüense? Durante siglos la potencia norteamericana ha demostrado su interés por Nicaragua y a través de intervenciones meramente dichas en siglos pasados y “apoyos” políticos en estos tiempos, han tratado de alcanzar un dominio en la política criolla. Un dominio, que ante los ojos del sociólogo Oscar René Vargas no tiene otra razón que la necesidad de satisfacer las demandas de materia prima y agua potable, recursos escasos que para ellos son escasos y que en nuestro caso abundan.

Estados Unidos ha tenido muchas razones para estar interesado en el desarrollo político de Nicaragua. Hace un par de siglos atrás era por la necesidad de construir un canal interoceánico que agilizara el comercio marítimo. Nicaragua presentaba ventajas geográficas atractivas, pero al final el canal quedó en planos.

Y ahora, dando un salto en los acontecimientos que han ocurrido en la historia, pero que más adelante abordaremos, el objetivo estadounidense se fundamenta en la ascendente demanda de materia prima por parte del sector industrial y sobre todo, la falta de agua potable para satisfacer sus necesidades cotidianas, según Vargas.

Toda Centroamérica, explica, representa a penas el 0.22 por ciento del PIB mundial, sin embargo, si nos referimos al recurso agua, la región posee el 13 por ciento del agua potable del mundo y la mayor parte de ésta se encuentra en Nicaragua.

“Si toda Centroamérica quebrara no significaría gran cosa para la economía mundial”, dice Vargas, pero utilizando las piezas del ajedrez para ejemplificar la situación, Centroamérica podría representar a los peones en el juego político norteamericano que, aunque no tienen mucha categoría, no dejan de ser importantes dentro de la visión geopolítica a medida que el “juego” avanza.

“Actualmente Estados Unidos importa el diez por ciento del agua potable para su consumo diario y para el 2020 se está calculando que van a importar el 17 por ciento del agua potable. Hoy esa agua la traen del Canadá y de México y por eso uno de los conflictos que hay en la frontera mexicana, además de la droga, es por el agua que hay en el subsuelo del río Grande. Toda la industria norteamericana necesita del agua, no sólo para el ser humano, para la siembra o el ganado. El agua potable se ha transformado en una riqueza extraordinaria en el mundo y hay que controlarla”, agrega el analista.

Además, para asegurarse el abastecimiento de ese tan preciado líquido, Oscar René Vargas recuerda que la exportación de agua por parte de Nicaragua hacia Estados Unidos ya quedó establecida en el tratado del DR-Cafta, un libro de tres mil páginas que incluye un capítulo entero dedicado a la exportación de agua y materia prima.

“Si nos remontamos a la historia, primero era el asunto del canal, pero ha dejado de ser el más importante y ahora se ha transformado en el factor agua y biodiversidad… Ahora toda la industria farmacéutica y cosmética está basada en la biodiversidad y la mayor concentración de ésta se encuentra en tres partes del mundo, en orden de importancia: la Amazonia, Filipinas y Centroamérica”.

La biodiversidad en Estados Unidos es apenas el dos por ciento de la biodiversidad mundial y en Europa es algo similar, pero en ambas regiones las industrias cosméticas y farmacéuticas son muy importantes y necesitan de esa materia prima que no poseen.

En el ámbito político Nicaragua es un país demasiado complejo y a pesar de todas las estrategias impulsadas por Estados Unidos durante todo este tiempo, no han podido lograr ese tan buscado dominio en la política criolla, o —como lo llama el ex embajador de Nicaragua en Washington, Arturo Cruz Sequeira— no han podido “modernizar” el ejercicio de la democracia.

Esto se debe, según Oscar René Vargas, a que no han entendido la forma de hacer política en Nicaragua y una prueba de ello fue cuando propiciaron el triunfo presidencial de Daniel Ortega en el 2006, por la división que plagó al liberalismo, que se segmentó en pro y ante Arnoldo Alemán.

Es por esto que, desde la visión de Arturo Cruz en el análisis “La política exterior de Estados Unidos y Nicaragua”, publicado en la web del Incae, a veces pareciera que lo que Estados Unidos busca es precisamente lograr el resultado contrario.

“La idea impulsada públicamente por los portavoces del Departamento de Estado de vaciar al PLC de soportes a favor del doctor (Arnoldo) Alemán”, cuando fue acusado por defraudación al erario público, “a través de adhesiones masivas al ingeniero (Enrique) Bolaños” trajo consigo la separación de las fuerzas liberales, dejando la cancha libre para que el Frente Sandinista encabezado por Daniel Ortega lograra el dominio en el Poder Legislativo en el año 2005.

Ante esto, hubo un cambio de timón por parte de Estados Unidos, impulsando “la idea de reunificar a la derecha nicaragüense a través de la alianza entre los seguidores de Bolaños y Alemán”, señala Arturo Cruz en su estudio.

Esa unión es la que actualmente están buscando los diferentes bandos liberales, como única forma de recuperar el poder presidencial. De no ir unidos, los liberales difícilmente alcanzarían aglutinar los votos necesarios para contrarrestar a los disciplinados electores sandinistas afines a Ortega.

Y nuevamente vemos a cuadros norteamericanos teniendo presencia en Nicaragua y diputados del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán buscando reunirse con ellos para encontrar el “empuje” que hace falta para que la famosa unidad liberal se concrete.

En palabras de Arturo Cruz, durante una entrevista brindada al programa Amcham TV, “la realidad es que (Alemán) sigue teniendo peso (político)”, pero los resultados de la reunión entre el ex presidente con los miembros del Congreso y Senado de Estados Unidos, Peter Quilter y Fulton Armstrong, podrían quedar en la expectativa de si Estados Unidos tiene intenciones de cambiar la política excluyente que le ha venido aplicando hasta ahora.

En esa entrevista, Cruz reconoce que Estados Unidos está interesado en aprender de la política nicaragüense. “Buscan contacto con quienes ellos consideran que son relevantes para el futuro de Nicaragua. Independientemente de que si el doctor Alemán es una persona que contribuye a un mejor futuro o no. Ya ahí depende la percepción de los diferentes grupos. La realidad es que sigue teniendo peso y por lo tanto supongo yo (que) ellos quisieron tener un primer contacto”.

El ex diplomático opina que aunque para la nueva administración de norteamericana Nicaragua no significa una prioridad, “la verdad es que Nicaragua siempre encontrará la forma de envolverse, para bien o para la mal, como relevante en la agenda de Washington”, y precisó que para las elecciones presidenciales del 2011, independientemente de si los Estados Unidos quieren o no, “van a tener que ver” hacia Nicaragua.

¿Prueba de debilidad? Ante conflictos políticos que parecen sin salida, siempre se ha buscado el apoyo extranjero para encontrar la salida. Para Oscar René Vargas ésta ha sido una debilidad de los políticos criollos que no son capaces de encontrar las soluciones a sus propios “empates catastróficos”.

Los “empates catastróficos” son, según Vargas, nada más que la luchas inconclusas entre las fuerzas opositoras, una “catástrofe” para el país.

“Eso pasa porque tenemos una clase política atrasada, acostumbrada a la visión del Estado-botín. Hay diputados que piensan que su voto vale mientras están en el escaño y ese voto decide una u otra cosa y es la forma de recibir cierta cantidad de dinero según la importancia de la ley por la que van a votar”, opina.

Esa visión de Estado-botín es un elemento que Estados Unidos no ha podido y difícilmente pueda erradicar debido a que es parte de la cultura política del país.

Y ante esto, hay quienes comparten la opinión de Arturo Cruz en su estudio, quien cree posible la ironía de que “la política de los EE.UU. tenga más posibilidades de éxito en Irak, una sociedad con complicaciones acumuladas a lo largo de los milenios, que en la Nicaragua de simpleza bíblica”.

Esa “modernidad” que busca Estados Unidos en la política nicaragüense, sin embargo, se enfrenta a una ironía señalada por Cruz. Por un lado, a mediano plazo quieren constituir instituciones democráticas, pero en el plazo inmediato la principal preocupación radica en evitar la reelección presidencial de Daniel Ortega, “aún si para lograr esto último requieren de abandonar el primer objetivo”, dice el ex diplomático.

El espíritu anti revolución y ante Orteguismo de parte de los norteamericanos ha estado vigente desde los tiempos en que se derrocó a Somoza en 1979.

En su análisis, Cruz explica que en la década de los noventa del siglo XX, “los Estados Unidos sufrían de la fatiga cíclica con Nicaragua. Desde (el presidente) Carter su presencia activa fue constante en los asuntos nicaragüenses, invirtiendo grandes recursos en la región, llegando a concentrar la atención de sus altos funcionarios sobre Nicaragua, descuidando, y en ocasiones hasta antagonizando por su política centroamericana a otros países importantes de la región. Inclusive, Ronald Reagan llego a “derrochar” parte de su considerable capital político por su visión del problema nicaragüense, a la cual, muchos de sus críticos la denominaron como su “obsesión” con la Revolución Sandinista”.

Antes de la revolución sandinista, el apoyo de Estados Unidos hacia Somoza era evidente, luego, tras la derrota el apoyó a la Contra fue igualmente sabido.

Y después, desde el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos optó por una “presencia hiperactiva” en los asuntos de Nicaragua, dice Cruz, pero los resultados han sido adversos, algo que relaciona con el llamado síndrome Powell-Fisk, y lo explica como “el mecanismo tan propio de la diplomacia estadounidense en Nicaragua de intervenir ostentosamente en un sentido para lograr algo y luego obtener, sin embargo, el resultado justamente contrario”.

Ahora, queda por verse los resultados en la buscada unidad del liberalismo para evitar un nuevo periodo presidencial de Daniel Ortega.

Pero aunque se envíen funcionarios para acelerar el proceso y aunque de sectores nicaragüenses se busque el apoyo extranjero, el sociólogo Oscar René Vargas sugiere una mejor formación de la clase política.

“Se necesita una visión de futuro, porque cuando se tiene un empate catastrófico como el actual, vivís pensando en cómo meterle un gol al otro, cómo sacarle una ley que le lleve la contraria, entonces es catastrófico para el país” porque se dejan por fuera discusiones fundamentales para el desarrollo económico y social del país. b

Visitas claves El presidente Bill Clinton visita Posoltega, lugar insigne de la destrucción dejada por el Huracán Mitch y el deslave del volcán Casitas. Por aquellos años Estados Unidos apoyaba la política del entonces presidente Arnoldo Alemán, pero al culminar su mandato, surgieron las denuncias de corrupción y la potencia optó por Bolaños. El presidente electo Enrique Bolaños se reúne con el secretario de Estado de Estados Unidos, Collin Powell, en Washington, para buscar apoyo económico para el país y evaluar el camino hacia la democracia. Collin Powell se reúne en Managua con Bolaños para ver cómo deshacer la alianza que el presidente había sostenido con su opositor Daniel Ortega, quien entonces “gobernaba desde abajo” y dominaba el poder legislativo. Oliver North, ex miembro de la Casa Blanca en materia de seguridad en los años 80 y que apoyó el abastecimiento de armas para la contra, se reúne en Managua con el otrora candidato presidencial liberal José Rizo. Esa vez, North dijo que la vuelta de Ortega al poder “sería lo peor para Nicaragua”. Estados Unidos, a través de su embajador en Nicaragua, Roberth Callahan, manifiesta su dudas sobre el proceso electoral en las municipales de ese año. Como una forma de presión para esclarecer las irregularidades cometidas por el Consejo Supremo Electoral a cargo del magistrado presidente Roberto Rivas, EE. UU. canceló parte de los fondos que habrían sido destinados a los proyectos ejecutados por la Cuenta Reto del Milenio. La representante de Estados Unidos en la OEA, Carmen Lomeli, envía una carta al secretario general de la organización, José Miguel Insulza, calificando como “desafortunadas” las declaraciones emitidas por Dante Caputo, jefe de la misión de la OEA que “acompañó” el proceso electoral regional en el Caribe del país. Caputo declaró a pesar de las fuertes críticas al Consejo Supremo Electoral, que ese era “un proceso legítimo y transparente”. b

La Prensa Domingo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí