Los nicaragüenses, igual que otros centroamericanos, ya tienen un sueño europeo, así como antes se empeñaron en realizar el sueño americano. Es necesario, por tanto, que los gobernantes de los países de América Central construyan las bases de lo que sería el sueño centroamericano, algo que los habitantes de esta pequeña región puedan vivir en su propia tierra.
Decir que cada día más nicaragüenses quieren irse del país ya no sorprende como noticia, porque ha sido una constante de los últimos años; pero sí llama la atención que España ocupe ahora el segundo lugar entre los destinos preferidos por los nicaragüenses para emigrar, desplazando a Costa Rica a un tercer lugar, como indica la última encuesta de M&R Consultores.
Es un reflejo de que en Estados Unidos, el primer destino preferido, ahora es más difícil permanecer indocumentado, el desempleo golpea fuerte a los inmigrantes y han aumentado los riesgos de ir sin papeles hasta esa nación del norte. En el caso de Costa Rica, es un país saturado por la mano de obra nicaragüense y el empleo tiende a ser más temporal, acorde con las cosechas agrícolas.
En España, aunque el desempleo alcanza niveles récord (19.4 por ciento hasta marzo), los inmigrantes centroamericanos han conseguido trabajo y la posibilidad de desplazarse a otros territorios de Europa.
Sin embargo, lo que conviene a Centroamérica es vender más mercancías a Europa y reducir el envío de mano de obra. Si bien la fuerza laboral migrante es fuente de remesas de dinero para los países de origen, el aporte de este circulante al desarrollo es mínimo comparado con el que generaría el incremento de las exportaciones de productos agropecuarios procesados y manufacturas.
La oportunidad del istmo de mejorar su economía se abrió con el tratado de libre comercio con Estados Unidos (Cafta), hace cuatro años, y puede ser desarrollada con el Acuerdo de Asociación que negocia con la Unión Europea, el que, además de propulsar las exportaciones, ofrecería un fondo de inversión para superar algunos desequilibrios de infraestructura en Centroamérica.
Se trata de que los países centroamericanos cambien los sueños migratorios de su población por oportunidades laborales mejores en su propia región; y eso lo conseguirían haciendo negocios en mercados mayores.
Una condición ineludible, para avanzar en esa ruta de progreso, es la integración de estas naciones, como advierte un estudio reciente de Cepal: “Centroamérica estaría en mejores condiciones para afrontar crisis externas si su mercado interno se integrara aún más Debe hacer esfuerzos para diversificar el destino de sus exportaciones y depender menos del mercado de los Estados Unidos”, e “insertarse estratégicamente en terceros mercados”.
Ya se ha dicho que el mejor antídoto contra la inseguridad y la migración es la creación de empleos, porque emigrar es en gran medida la búsqueda de oportunidades económicas. Por tanto, si el acuerdo con la UE permite a las empresas del istmo producir y vender más, y si Centroamérica atrae nuevas inversiones, su gente podrá hallar aquí mismo esa oportunidad que hoy sólo concibe emigrando.
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