“Yo hablo mucho”, dice. Lo acepta. Las palabras fluyen a borbotones de su boca con ese tonito chillón amado y odiado al mismo tiempo por sus seguidores. Tania Ortega se describe espontánea. Tiene esa manera de ser tan natural, relajada y dinámica que algunos llaman locura. Ella insiste en que no es locura, sólo espontaneidad. Tania fue la joven que durante seis años compartió con los televidentes nacionales en diferentes segmentos. Un día estaba caminando por las calles de un municipio recóndito para Entre lagos y volcanes , como parte de la revista La Tertulia ; otro día se encontraba sentada en el estudio de Primera Hora , hablando seriamente con un experto sobre violencia de género o pastillas anticonceptivas. Ahora está en un lugar y momento diferente en su vida. Ha decidido dejar por un rato el espacio que ocupaba en la televisión para entregarse a la producción audiovisual.
Estábamos viéndote en Canal 2 y desde hace varios meses estás fuera del aire, ¿qué haces ahora?
Pasé seis años trabajando en Canal 2 y justo en diciembre decidí arriesgarme a participar de un nuevo proyecto, con el que estoy feliz. Se trata de una teleserie que esperamos que vaya al aire en el 2011, es de 20 capítulos y está bajo la producción de la Fundación Puntos de Encuentro.
¿Cómo pasa el cambio? ¿Disfrutás más esta nueva etapa o la anterior?
- Color favorito: Anaranjado.
- Fruta favorita: Mandarina.
- Último disco que escuchaste: El arma perfecta de Clara Grun.
- Último libro que leíste: Diez años de Mafalda.
- ¿Cómo dormís? Boca abajo.
- Si no fueras presentadora de televisión, serías… directora de cine.
- Día más feliz: ¡Hoy!
- Decepción más grande: ¡Que no venga!
- Vicio oculto: La televisión.
- Manía oculta: Como mucho, pero ya todo mundo sabe.
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Yo disfruté de las dos. Terminé esta etapa en la televisión como presentadora y ahora descubrí otras cosas, y de eso quiero formarme. Comencé como periodista, pero después salió el proyecto de La Tertulia, fue una gran escuela para mí. Quizá presentar primero fue un juego, pero después descubrí la responsabilidad que tenía. Que la gente cree en vos, que sos un ídolo. Yo decía antes que en este país no había farándula, pero íbamos a cada departamento y yo recuerdo cómo hacía fila la gente para pedirle autógrafo a Iván (Peña), a la Bertha (Valle), a la Xiomara (Blandino), a mí. Y yo decía: ‘no quiero que sea tan vacío el asunto, voy a llevar un mensaje’ y fue cuando con el segmento de sexualidad empezamos a promover el empoderamiento de las mujeres. Ya pasó esa etapa y ahora quiero experimentar con otras cosas, con la ficción, que me gusta mucho… ¡Qué hablo! (Sonríe)
Hablando de farándula, ¿qué es lo más bonito y lo más feo?
La parte más fea es grande, por mi forma de ser, ¿sabes (por) qué? Porque hay gente que le encanta eso, pero yo me muevo de otra forma… Bueno, tengo que decir que uno no hace fila en ciertos lugares, te tratan más bonito en las tiendas, que a veces no te cobran en los restaurantes… ¿Qué no me gusta? Que la gente cree que sólo sos eso y tenés que demostrar que sos una muchacha que además de decir ‘Buenos días’ todas las mañanas, también tenés un aporte que darle a este país.
¿Qué pasa con las críticas? La gente es muy dura.
Cuando comencé, al enfrentarme con eso sí fue duro, ¡claro que sí! De pasar a que nadie te conociera, a que te dijeran ‘¡ay no, qué grita!’ ¡y yo nunca dejé de gritar! ¡No he dejado de gritar! Y eso ha sido un gancho para otra gente, porque no soy moneda de oro, pero hay otro montón de gente que se te acerca y te dice: ‘Mirá, gracias por el consejo que diste de cómo usar anticonceptivos’, que una mujer del (barrio) Dimitrov te diga eso es mucho más alentador que… alguien que se tome el tiempo para herir pueees… No creo que sea alguien que tenga un beneficio en su vida o que tenga el alma sana.
¿Cómo nació la idea del corto de ficción El ladroncito ?
Estando en el Canal 2 llegó un cineasta radicado en los Estados Unidos y teníamos muchos pensamientos en común y decidimos hacer algo, él escribió la historia de El ladroncito , basada en una realidad nicaragüense, un niño de once años que tiene muchos sueños y uno es tener un juego de vídeo de bolsillo… comenzamos a crear todo y logramos financiamiento ¡y lo hicimos! Lo amenaza más grande fue el dinero. Cuando lo presentamos en Masaya la gente hacía fila para verlo, estaba contenta de ver a su ciudad en pantalla. Empezamos a meterlo en cada festival que tuviese buena reputación, logramos diez selecciones internacionales, ganamos seis premios. Fui a un festival en Miami y fue lindo. No íbamos con expectativas de ganar y de repente, el día de la premiación ¡Suaz! El ladroncito tuvo el premio que otorgó el jurado. Quizá no fue el premio más wow, pero no, niña, ¡feliz!
¿Cómo te ves en unos cinco años?
Creo que ya comenzando a buscar los recursos para un docudrama que tengo en mente, trabajando en mi propia empresa… la televisión me gusta para ganarme la vida.
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