Querida Nicaragua: Con la mayor prepotencia el nombrado Presidente de Cuba declaró que dejará morirse al periodista Guillermo Fariñas, quien lleva más de dos meses en huelga de hambre, pero que Cuba no cederá ante “el chantaje de la Unión Europea y de los Estados Unidos”.
Por supuesto que a nadie extraña ninguna declaración inhumana de los señores Castro, dinastas en la isla esclava desde hace más de cincuenta años. Lo que sí extraña es que no haya ningún periodista que destaque estas huelgas de hambre en Cuba y que condene la actitud criminal de los Castro.
Aquí tenemos excelentes periodistas y comentaristas que conocen de sobra el sistema cubano, algunos fueron invitados frecuentemente a la isla en los años ochenta y vinieron ponderando los exquisitos vinos y los deliciosos platos y las atenciones de que fueron objeto, algunos en hoteles de lujo para turistas, sitios donde no se admiten cubanos. Intelectuales nicaragüenses que ponderaban las bellezas del régimen cubano y que guardan orgullosos en sus álbumes fotografías al lado del tirano, ahora guardan un profundo silencio.
Cuando en Cuba hay una dinastía opresora que condena a muchos años de prisión a sus opositores, cuando hay ausencia total de libertades públicas, cuando toda la isla es una cárcel de donde nadie sale sin el permiso de los soberanos dinastas, cuando ha muerto en huelga de hambre un prisionero político, el obrero Orlando Zapata Tamayo, y hay un periodista a punto de morir también en una huelga de hambre exigiendo la libertad de sus compañeros injustamente presos, no hay un intelectual nica que proteste. Todos callan. Los periodistas, comentaristas, novelistas, sacerdotes adoradores de Fidel y de Raúl, callan y se vuelven cómplices de los crímenes de esa dictadura dinasta, peor aún que la de Somoza o la de cualquier gorila de derecha, de los que abundaban en la segunda mitad del siglo pasado.
Para estos intelectuales, periodistas, poetas, escritores, sacerdotes, las dictaduras de la derecha han sido siempre nefastas, pero las de la izquierda son aparentemente tolerables y hasta merecen elogios. Los crímenes de Pinochet, de Somoza, de Trujillo, etc., fueron horrendos, pero los fusilamientos, torturas, asesinatos, juicios sumarios de los tiranos de Cuba son catalogados como “actos de justicia revolucionaria”. Muchos de estos periodistas escriben y comentan de todo, pero se hacen los suecos cuando se trata de las Damas de Blanco o de los prisioneros políticos cubanos o de la ausencia total de libertades en la isla esclava de los Castro.
Ocultar información sobre violación de derechos humanos no es digno de ningún buen periodista. La huelga de hambre y la muerte de Zapata Tamayo es noticia que le dio la vuelta al mundo y la huelga actual del periodista Fariñas también, sin embargo, los columnistas y comentaristas continúan guardando silencio, un silencio cómplice.
Las dictaduras son dictaduras, vengan de Chile, de Nicaragua o de Cuba. Y una dictadura de más de cincuenta años, que ha cometido los más horrendos crímenes, debería recibir la crítica y la censura de todos los periodistas libres del mundo, de todos los intelectuales y de todos aquellos ciudadanos que reclaman libertad en sus propios pueblos.
Ninguna colaboración que Cuba haya dado a nuestro país nos obliga a guardar silencio. Cuba nos ha enviado médicos, pero también guerrilleros, indoctrinadores comunistas, verdugos torturadores como Renán Montero. Su meta era imponer el comunismo. Digan algo señores periodistas, intelectuales, poetas. Digan algo, porque quien calla otorga.
El autor es director general de Radio Corporación
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A