¿Se han fijado que cuando los nicaragüenses nos referimos a la Constitución Política nunca la llamamos “nuestra” Constitución?
Los eventos que han sucedido en los últimos meses: la opinión de seis magistrados sandinistas de la Corte queriendo forzar otra candidatura presidencial de Ortega; el “decretazo” del compañero comandante pueblo presidente Daniel pretendiendo dejar en sus cargos a funcionarios que tienen su período establecido en la Constitución, y por último el acto de prestidigitación que intentó hacer el presidente de la Asamblea Nacional, poniendo en vigencia un párrafo fenecido hace 20 años, habrían levantado en furia a cualquier ciudadanía que estuviera consciente de lo que significa para una nación la violación reiterada de su ley suprema.
Pero no debemos echar la culpa de la falta de reacción sólo al nicaragüense promedio. Ya se ha dicho muchas veces, el nicaragüense promedio está preocupado por obtener comida para su familia.
Desgraciadamente esa misma preocupación no le permite ver la conexión real entre el respeto a las leyes y el progreso de la economía nacional y personal.
Ha sido también la clase política la que se ha encargado de fomentar que el nicaragüense vea en su Constitución no la ley suprema, sino un mantel sobre el cual los políticos se juegan a los dados jugosos puestos que no se traducen de ninguna forma en un beneficio, para el ciudadano de este país.
Estos abogados, que fueron magistrados de la Corte Suprema, quieren permanecer “por sus pistolas” en esos puestos porque saben que nada tienen que perder pues nadie les va a cobrar semejante abuso.
Sin embargo, en este caso yo no dejo de ser optimista, y me explico: por las razones que sean (en su mayoría tal vez porque ven venir una dictadura que se los va a tragar vivos), las bancadas liberales, y ahora algunos magistrados, se han mantenido firmes ante los embates dictatoriales de Ortega.
La reacción violenta del abogado Rafael Solís denota, ya se ha dicho, debilidad ante esta posición.
Creo entonces que, aunque las razones para ese comportamiento en muchos casos no sean las más diáfanas, hay que reconocerle a los diputados de las dos bancadas liberales, a los independientes y los de MRS, que al menos hasta el día de hoy se han mantenido firmes y han puesto en aprietos a un Ortega que se cree todopoderoso ya que dispone del dinero del negocio de Albanisa.
Estoy claro de que esa situación puede cambiar mañana, pero creo que por el momento se debe reconocer a esos diputados la firmeza que han tenido.
Si eso se mantiene, el nicaragüense debe tomar conciencia de que a él, o a ella, le toca un papel que jugar en esto. No podemos dejárselo todo a los políticos. Debemos hacer de “la Constitución”, “nuestra Constitución”, que nos duela y que reaccionemos cada vez que es profanada.
Y debemos reaccionar no porque sea “el llamado de la Patria”, sino porque en el sentido práctico la violación a la Constitución y el establecimiento de una dictadura sólo nos garantiza más pobreza y atraso.
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