Leit motiv
Día de cuchillos largos. El orteguismo salió a las calles furioso, sin que se sepa exactamente el motivo. Apedrearon y morterearon un hotel, golpearon diputados, quemaron varios carros, se le robaron las llantas y se orinaron en otro, sitiaron la Asamblea Nacional y las oficinas de partidos opositores Nadie los atacaba. ¿Cuál es el leit motiv, el hilo conductor, de esta puesta en escena? ¿Por qué Ortega ordenó el vandalismo? Por su reelección. Únicamente. Daniel Ortega quiere imponer su reelección a sangre y fuego. Y Nicaragua tendrá que pagar un alto costo para impedirla, porque con ella se juega la vida.
Fiera herida
La reacción del orteguismo sólo significa una cosa: están agarrados por el cogote. No sé cómo esta oposición, que se ha destacado por su incapacidad de dar pie con bola, logró darle donde más le duele. La sola posibilidad que la reelección se le vaya de las manos, que nunca más vuelva a ser presidente lo convierte en una fiera herida. Responde a dentelladas. Y es que para llegar hasta ahí necesita que el tinglado que había armado no se desmorone. Y eso es, repitámoslo una vez más para no perder de vista la “causa de las luchas”: una corte de justicia que avale la reelección que prohíbe la Constitución y un Consejo Supremo Electoral obediente que le inscriba su candidatura y, pase lo que pase, siempre lo vea ganar.
Justicia “a la Ortega”
¡Miren qué lindo! Entre los apedreadores y morteristas había policías, y obviamente casi la totalidad de jueces y magistrados del sistema judicial. De tal forma que si usted es alguno de los agredidos y decide poner la denuncia, es posible que lo atienda en la Policía alguno de los morteristas que le disparó, y su causa la juzgará uno de los honorables jueces que le tiraba piedras tan alegremente. Si no le gusta la sentencia, que es lo más seguro, usted puede quejarse en el Tribunal de Apelaciones, donde le atenderá otro de los magistrados morteristas, y si sigue intentado obtener justicia, será, posiblemente, el doctor Rafael Solís, doña Juana Méndez o Armengol Cuadra, quienes dirigían las huestes que lo agredieron, los encargados de decir la última palabra. Ésa es la justicia en Nicaragua. Lo más probable es que usted termine siendo el culpable de todo y más bien deba agradecerle a quien tan amablemente lo apedreó.
Pretextos
Como no encontraron otro pretexto para hacer el alboroto, el orteguismo movilizó sus fuerzas bajo la consigna de que los diputados trabajen, aunque ellos mismos en la práctica están haciendo de todo para que suceda lo contrario. Cruzan buses, sitian el parlamento, golpean al que quiere ingresar, asedian los otros lugares en que puedan reunirse “Que trabajen”, piden a gritos mientras cumplen su misión de no dejarlos trabajar. ¡Quién los entiende!
Miedo
Los abusivos apuestan a que el miedo es la llave maestra que les resuelve todo. Es la sicología que usa el asaltante para inmovilizar él solo a un grupo de personas que si se pusieran de acuerdo muy fácilmente lo desarmarían. El problema es que el miedo se gasta. Una vez da resultado. Y el abusivo tiene que ir subiendo los niveles de violencia para que los dominados no dejen de sentirle miedo. Hasta que llega un punto donde Bueno, que lo cuente Somoza. Ahí está la historia.
Deuda
Muy mal haríamos como generación si le dejamos este problema a nuestros hijos y nietos. Tenemos la obligación histórica de resolverlo ahora. Todavía se puede sin guerra. Después de la reelección será muy difícil. Dios no quiera que lleguemos a eso.
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