Por Eddy Betanco B.
La expansión física de los mercados sin control en diversas ciudades de Nicaragua ocasiona serios problemas urbanos, económicos, sociales y del medio ambiente, con fuerte tendencia a agravarse si las municipalidades no toman acciones urgentes. Una de las tareas básicas de las alcaldías consiste en proyectar el crecimiento poblacional y las expectativas de desarrollo económico del respectivo municipio como base para identificar por una parte los servicios y obras municipales que demandara la población en el corto, mediano y largo plazo, y por otro lado programar proyectos realizables conforme a la disponibilidad financiera.
Con respecto a los mercados que actualmente operan en Managua: Huembes, Israel, Iván, San Judas y Mayorista, éstos fueron conceptualizados en el plan de reconstrucción de Managua, elaborado después del terremoto de 1972, por el viceministerio de Planificación Urbana para que sirvieran a una población de seiscientos mil habitantes. Sin embargo, con posterioridad a este plan urbano no se han registrado ampliaciones o nuevas construcciones de mercados que sean consistentes con el crecimiento poblacional de Managua, que actualmente es de aproximadamente un millón trescientos mil habitantes. Estos mercados vienen experimentando un desbordamiento desordenado y antigénico debido a que los nuevos comerciantes se ubican en calles aledañas con productos principalmente perecederos expuestos al sol, polvo, lluvia, moscas y lodazales, siendo el caso más preocupante el mercado Oriental, que viene invadiendo barrios residenciales aledaños ocasionando mayor congestionamiento vehicular en todo el sector.
Al visitarse este mercado se tiene la impresión de que Managua no tiene alcalde, ni Consejo Municipal, ni Policía de Tránsito, atribuible a que la Alcaldía de Managua, incluso alcaldías de otras ciudades no han logrado desarrollar habilidades administrativas ni financieras consistentes para darle seguimiento a la problemática de los mercados y sus soluciones.
La construcción de mercados requiere de fuertes inversiones y el mantenimiento de las instalaciones exige alta eficiencia administrativa que garanticen el óptimo funcionamiento del mercado y la recuperación de las inversiones. Lo anterior sugiere que para provocar un cambio en la calidad de los servicios de los mercados se requiere que sea manejado con técnicas administrativas propias de una empresa comercial moderna, para beneficios de compradores y vendedores. Contribuirían a fortalecer estas expectativas la formulación de políticas que faciliten inversiones del sector privado en la construcción y administración de mercados, campo en el cual este sector tiene amplia experiencia.
Por su parte las alcaldías, por ejemplo la de Managua, al descontinuar la compleja administración de mercados podría concentrar mayores recursos humanos y financieros a elevar la calidad y eficiencia de otros servicios y construcción de obras que actualmente se atienden deficientemente tales como: recolección de basura, sistema de cauces, sistema vial y tráfico, nomenclatura para direcciones en Managua, arborización de calles, jardines y juegos en parques, infraestructura en sitios con vocación turística, ceder terreno municipal para industrias Pymes, etc.
Los actores relevantes en los mercados son los miles de vendedores, desde vendedores de agua helada hasta almacenes bien surtidos y como contraparte miles de compradores mayoritariamente amas de casa. El monto de las transacciones que se realizan anualmente en los mercados suman miles de millones de dólares que le generan a los comerciantes capacidad de pago, para alquilar o comprar módulos o cubículos. La inversión en mercado es recuperable, por lo cual consideramos que entidades financieras internas y/o externas apoyarían el financiamiento de inversiones en mercados modernos, funcionales y sobre todo humanos que dignifiquen a compradores y vendedores que actualmente llevan a cabo sus transacciones en condiciones ambientales deprimentes.
El autor es economista.
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