Como para darle un zarpazo al pueblo de Nicaragua con motivo del Día de los Trabajadores, en vísperas del Primero de Mayo el gobierno de Daniel Ortega dispuso imponer un nuevo aumento en la tarifa de energía eléctrica, el cual será esta vez de casi el 7 por ciento de acuerdo con un comunicado del Instituto Nicaragüense de Energía (INE).
Según las autoridades gubernamentales, esta nueva alza en la tarifa eléctrica —que afectará directamente a unos 180 mil clientes del servicio de electricidad e impactará negativamente en todas las actividades socio-económicas del país—, ha sido forzada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a fin de mantener el precario equilibrio macroeconómico del país, y para que el gobierno de Daniel Ortega pueda obtener más fondos de las instituciones financieras multilaterales como el mismo FMI.
“Se tendrá que producir, no hay otra fórmula, un ajuste de la tarifa eléctrica en el mes de mayo. Debo señalar que esto se conoce en el lenguaje de las negociaciones con el Fondo (Monetario Internacional) como una acción previa”, informó el presidente del Banco Central, Antenor Rosales, el martes de esta semana. Sin embargo, el titular del INE, David Castillo, contradijo al presidente del Banco Central al asegurar que el alza se debe a razones propias del Gobierno. Pero el hecho es que se trata de un nuevo zarpazo gubernamental contra los trabajadores y la economía popular y nacional en términos generales.
Por otra parte pero en el mismo orden, un par de días antes del anuncio del nuevo aumento en la tarifa eléctrica LA PRENSA informó, con base en datos oficiales, que el año pasado más de 42 mil trabajadores perdieron sus empleos. Esta cifra, multiplicada por cinco miembros promedio de cada familia, significa que 210 mil personas más fueron lanzadas por el régimen orteguista a una situación de mayor pobreza.
En la misma información de LA PRENSA se consignó que el Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua, disminuyó el año pasado en casi cien millones de dólares, comparado con el de 2008. Como consecuencia se redujo el ingreso per cápita de los nicaragüenses, que es el más bajo de todos los países de Centroamérica. En efecto, el ingreso per cápita en Nicaragua, que es de 1,070.8 dólares al año, está muy lejos del de los costarricenses —el más alto de la región— que cifra los 6,492 dólares anuales, e incluso es inferior en más de 800 dólares al de Honduras, que es el segundo más bajo de América Central.
Cabe mencionar que la pésima situación económica que sufren los trabajadores y todo el pueblo de Nicaragua, sería peor si no fuera por los beneficios del Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centro América y Estados Unidos (DR-Cafta), que acaba de cumplir cuatro años y cuyos logros serían mayores con un gobierno democrático.
Se dice que con el gobierno de Daniel Ortega muchos nicaragüenses están haciendo grandes negocios. Pero la verdad es que quienes disfrutan ese extraño golpe de fortuna en medio de la gran pobreza que sufre la gran mayoría de la población, son únicamente los miembros de la nueva clase burguesa y oligárquica que se ha formado y desarrollado al amparo del poder político, de la corrupción gubernamental y de los cuantiosos recursos venezolanos que ingresan al país por medio del Alba; recursos que se van acumulando como deuda externa nacional que todos los nicaragüenses tendremos que pagar más adelante, pero cuyos jugosos beneficios los disfruta sólo la reducida minoría codiciosa y corrupta que gobierna o medra alrededor del poder. En cambio, los más de 18 mil ex empleados públicos despedidos por el régimen actual, más los 42 mil trabajadores que perdieron sus empleos como consecuencia de la recesión económica internacional pero sobre todo por las erráticas políticas de Daniel Ortega, lo que están “saboreando” junto con sus familias es la pobreza extrema a la que han sido arrojados por un gobierno que se dice representante de los trabajadores, pero en la realidad es su peor enemigo.
Los trabajadores —que según el lenguaje marxista constituyen por ahora una clase en sí, no una clase para sí—, tienen que adquirir conciencia de que esta deprimente situación sólo cambiará cuando la lucha de ellos mismos y de todo el pueblo, logre instaurar un sistema de gobierno verdaderamente democrático que promueva el progreso económico para todos.
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