FATIMA, Portugal/AFP
El papa Benedicto XVI se arrodilló este miércoles frente a la estatua de la Virgen en la Capilla de las Apariciones de Fátima, en Portugal, a la que donó una rosa de oro y rezó por su predecesor, Juan Pablo II, quien visitó tres veces el santuario.
“Es motivo de profunda consolación para nosotros saber que has sido coronada no sólo con el oro y la plata de nuestras alegrías y esperanzas, sino también con la ‘bala’ que simboliza nuestras preocupaciones y sufrimientos”, dijo el Papa en una oración en la que recordó a Juan Pablo II.
El fallecido pontífice estaba convencido de que la Virgen de Fátima le había salvado la vida tras el grave atentado sufrido en la plaza de San Pedro en 1981, precisamente un día 13 de mayo, el mismo día de la primera de las apariciones marianas en 1917.
Para agradecer ese gesto, Juan Pablo II fijó en el 2000 en la corona de la estatua de la virgen la bala que le extrajeron tras salvarse del atentado en la plaza de San Pedro a manos del terrorista turco Ali Agca.
En el emblemático santuario, una inmensa muchedumbre de peregrinos y creyentes de todas las nacionalidades ovacionaron y aplaudieron al Papa al grito de “Viva o Papa” (Viva el Papa).
Benedicto XVI es uno de los principales conocedores de la llamada “tradición fatimista”. Fue, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien explicó a nivel teológico el significado y el alcance del tercer secreto de Fátima y de su anuncio, 60 años antes, del atentado que sufriría Juan Pablo II.
El tercer secreto de Fátima fue revelado en el año 2000.
Es la quinta visita de un Papa a Fátima tras la celebrada por Pablo VI en 1967 y las tres de Juan Pablo II en 1982, 1991 y 2000.