BANGKOK/AFP
Luego de tres días de enfrentamientos en Bangkok, con saldo de 33 muertos, continuaban este domingo los disparos y explosiones sin que el Ejército logre doblegar a los “camisas rojas” antigubernamentales, que propusieron negociaciones con la mediación de la ONU.
Al menos 33 personas han muerto y otras 239 resultaron heridas en tres días de choques entre manifestantes contra el gobierno y militares, según los servicios de emergencia locales.
Un hotel de lujo de Bangkok situado cerca, le Dusit Thani, fue atacado en la noche por disparos tras una fuerte explosión, obligando a cien clientes a refugiarse en el sótano, indicó un fotógrafo de la AFP.
“Salí de la habitación (…) y el muro exterior fue alcanzado por balas”, dijo Pedro Ugarte, jefe fotógrafo de la oficina de la AFP Nueva Delhi, que vino a cubrir la crisis tailandesa. Los manifestantes, que se enfrentan violentamente con el Ejército, pidieron la mediación de la ONU, propuesta que fue inmediatamente rechazada por el Gobierno.
“Pedimos al Gobierno que cesen los disparos y que retire a los soldados” que rodean el barrio, ocupado por los manifestantes desde principios de abril, declaró Kokaew Pikulthong, uno de los dirigentes del movimiento.
Antes de hacerse esta propuesta, que el Gobierno rechazó inmediatamente, los dos campos se habían radicalizado sumamente desde el jueves, cuando el Ejército lanzó una operación destinada a asfixiar la “zona roja”, en pleno centro de la capital.
Los soldados no vacilan en disparar contra los manifestantes. Éstos, por su parte, reforzaron las defensas de su campamento y algunos de ellos llevan a cabo operaciones de guerrilla urbana con cócteles molotov, piedras y a veces armas de fuego.
El primer ministro Abhisit Vejjajiva, que había propuesto en vano una solución política hace dos semanas, tiene ahora una posición mucho más dura.
Ayer volvió a exhortar a los manifestantes a retirarse, advirtiéndoles que las operaciones militares iban a reforzarse.
No obstante, el Gobierno renunció a imponer por el momento un toque de queda, que el Ejército había anunciado ayer por la mañana. La decisión fue tomada considerando las consecuencias nefastas de tal medida para los civiles domiciliados en los barrios concernidos.
Por su parte, muchos manifestantes se declararon dispuestos a afrontar un eventual asalto general de los militares, para lo cual levantaron barricadas con alambre de púas, neumáticos regados con combustible y bambú, alrededor de una zona de varios kilómetros cuadrados.
Los más decididos se dicen dispuestos a “luchar hasta la muerte”.
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