Allí estaban todos los presidentes de Centroamérica, menos uno, el que con frecuencia acusa a Europa de colonialista. Era un momento histórico, la firma del primer Acuerdo de Asociación de región a región que hace la Unión Europea (UE) con otro grupo de países, los centroamericanos.
En una de las primeras fotos que llegaron de Madrid aparecía Ricardo Martinelli, de Panamá, firmando el Acuerdo; y detrás, Laura Chinchilla, de Costa Rica; Mauricio Funes, de El Salvador; Álvaro Colom, de Guatemala; y Porfirio Lobo, de Honduras. Les acompañaban el español José Luis Rodríguez Zapatero y Herman Van Rompuy y José Manuel Barroso, de la UE.
¿Por qué el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se autoexcluyó? Es poco creíble la justificación que dio un día antes del inicio de la cumbre entre la UE y América Latina, el 17 de mayo, de que no valía la pena ir a España a una reunión de tan poco tiempo.
Se contradice, porque en varias ocasiones Ortega ha viajado a Venezuela por un día o menos, por motivos menos importantes para su país.
El 19 de abril, por ejemplo, Ortega fue a Caracas para presenciar durante cuatro horas un desfile de militares y civiles armados, las milicias del presidente Hugo Chávez, quien ese día mostró nuevas armas adquiridas en Rusia y China.
La presencia de Ortega allí era sólo para respaldar ideas guerreristas que nada bueno dejarían a Nicaragua, porque Chávez se dedicó esa vez a mostrar su fuerza militar y a lanzar retos indirectos a Colombia y Estados Unidos, indicando que los venezolanos siguen “agredidos como lo hemos sido por el imperio yanqui, amenazados permanentemente”.
La firma del Acuerdo con la UE abre una nueva etapa para Centroamérica, más allá del comercio y la inversión, porque en lo político exige la integración de los centroamericanos y el desarrollo de su democracia. Por tanto, la ausencia de Ortega en Madrid, sin justificación convincente, puede ser interpretada como una señal de su desacuerdo con que la democracia y la empresa privada, desde la micro hasta la grande, son bases elementales del desarrollo de un país o región.
De sus discursos, es posible deducir que Ortega prefiere el “socialismo del siglo XXI”, lo que vemos en Venezuela: autoritarismo, acoso a críticos y opositores, irrespeto a derechos humanos e invasión y expropiación de propiedades privadas.
Dos semanas antes de la firma del Acuerdo con la UE, Ortega dijo que éste sería “una nueva forma de colonización, ahora viene modernizado, ya no se llama neocolonialismo, ya no se llama imperialismo, sino que se llama asociación; son técnicas de dominación disfrazadas”.
Sin embargo, una vez concluido el tratado, sorprendió al decir: “Hemos logrado resultados positivos para Nicaragua”. Se refería a la parte comercial y al parecer algo allí le hizo cambiar de opinión, no sé si por interés nacional o personal, porque ahora él posee empresas y acumula capital, gracias al dinero venezolano que le ha facilitado Chávez.
La foto en Madrid le importó poco a Ortega, quizás porque no calzaba con su propaganda de revolucionario. Pero los futuros negocios con Europa pueden ser atractivos, para él y sus socios.
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