Por Edgard Rodríguez C.
Cuando el mes de abril concluyó, los Medias Rojas de Boston parecían un equipo que iba hacia ningún lado, muy por debajo de la fortaleza y profundidad que proyectaban en el papel y que llevó a los expertos a situarlos adelante para dominar la siempre candente División Este de la Liga Americana.
El mánager Terry Francona se encontró de repente con un rompecabezas en sus manos. Y lo peor es que David Ortiz, el gran bastión ofensivo del conjunto, estaba convertido en una calamidad, mientras los lanzadores Josh Beckett y Jon Lester lucían inconsistentes en sus desempeños desde el montículo.
Un récord de 11-12 al concluir abril no era lo que habían imaginado dueños y tampoco seguidores de Boston, pero ése fue el balance. Hasta John Lackey pareció contagiado por los altibajos, mientras Daisuke Matsuzaka batallaba por escapar de las lesiones que lo han acechado en los últimos meses.
Sin embargo llegó mayo y las cosas cambiaron drásticamente. Ortiz, quien hasta fue a parar al banco, pasó de un raquítico promedio de .143, con un jonrón en abril, a .362, con 10 jonrones y 27 remolques en 24 partidos en mayo. Y Lester saltó de 1-2 y 4.71 en abril, a un flamante 5-0 y 1.43 en mayo.
Estos dos jugadores personifican el salto extraordinario que han dado los Medias Rojas, quienes cerraron mayo con 18-11, para contar con un registro global de 29-23, que no se nota mucho, por la estabilidad de los Rays de Tampa y los Yanquis. Pero en mayo, sólo Toronto (18-10) ganó tanto como Boston.
La tarea que le espera a Boston no será fácil. Tampa Bay ha impresionado con su ritmo constante y los Yanquis, que de vez en cuando se atascan, tienen un equipo sólido con la capacidad de repetir lo que hicieron el año pasado, cuando ganaron la Serie Mundial. Pero lo notable, lo llamativo, es que los Medias Rojas están de regreso.
Un equipo que en algún momento va a llegar a disponer, cuando estén saludables todos, de Beckett, Lester, Lackey, Clay Buchholz y Daisuke Matusazaka en su rotación, más Jon Papelbon, no es para ser subestimado. Pero es evidente que Tampa no tiene planes de aflojar y los Yanquis están al acecho. Así que lo que se espera en el sector Este es una guerra sin cuartel.
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