Por Edgard Rodríguez C.
Nada sustituye a la victoria, como dijo el General Mac Arthur. Y en eso debe de coincidir con él Dunga, el seleccionador de Brasil en Sudáfrica.
Cuando Brasil fracasó en Italia 1990, Dunga, junto al técnico Sabastiao Lazaroni, fueron el blanco de las más ácidas críticas de la prensa y fanáticos de su país. A Lazaroni le llamaron inepto. A Dunga, matón. Su estilo duro, frontal y con énfasis en la defensa, fue rechazado por los brasileños, acostumbrados a su juego bonito.
Pero Dunga estaba también en la tropa que ganó el Mundial de Estados Unidos en 1994, y como capitán del equipo le correspondió levantar la copa tras imponerse en la final. Entonces la prensa y los fanáticos lo llamaron el símbolo de la determinación y la tenacidad del equipo, aunque su juego era el mismo.
La diferencia para el elogio o cuestionamiento lo establece el resultado. Justo eso es lo que ha dado credibilidad a Dunga y la propuesta que ha hecho con Brasil desde que asumió el mando del equipo en el 2007. Ese año ganó la Copa América y en el 2009, la Copa Confederaciones. Pero nada de eso es tan importante como vencer en el Mundial.
“Su futbol es feo, pero es eficaz”, ha dicho Junior, el ex zaguero, convertido ahora en comentarista de la televisión. “Dunga ha tenido éxito y eso no se puede cuestionar”, dijo Pelé a ESPN. Pelé añadió que Dunga moralizó al equipo, enviando un mensaje claro a las estrellas, que debían luchar para ser parte de su tropa.
Desde los primeros días de la convocatoria, Dunga dijo que, además de talento y habilidad, iba a evaluar entusiasmo, motivación y compromiso, y por lo visto en estas áreas flaquearon astros como Ronaldinho y Adriano, figuras en pleno ascenso como Diego y Pato, lo mismo que promesas como Neymar y Paulo Henrique Ganso.
Y aunque expertos creen que Dunga está corriendo un enorme riesgo, su ubicación en la historia la van a determinar los resultados. Si gana, será recordado como el técnico que renovó el futbol brasileño y que cortó a estrellas sin temblor en la mano. Si pierde, como el dirigente que se suicidó al optar por la actitud y el esfuerzo, dejando por fuera al talento de primera.
Dunga tiene 44 triunfos, 11 empates y seis derrotas. Un balance envidiable. Pero nada de eso le va a servir si no gana el próximo Mundial.
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