Justicia
Tan mal está la justicia que hasta un caso de violación de ciudadanos comunes y corrientes termina desnaturalizándose y al final parece que el juicio es una batalla entre autoridades policiales, de gobierno y judiciales, que han hecho de todo para negar la justicia, y una familia que se ha plantado a exigirla, llegando incluso al punto de estar dispuestos a morir en su demanda.
Laberinto
El problema, señores, no es que se condene o se absuelva a Farinton Reyes, porque para eso son los juicios. El problema es que no hay confianza en los jueces, y esta familia ha tenido que hacer un gigantesco escándalo para que su caso no se pierda por esos laberínticos pasillos del amiguismo, los padrinazgos políticos y los sobornos, tal como parece ser la regla de nuestro flamante sistema de justicia.
Manos invisibles
Pero si para los ciudadanos comunes y corrientes la justicia es un laberinto tortuoso, con mil trampas en el camino, para los narcotraficantes es una autopista de lujo. Sin saber cómo ni por qué, las puertas de las cárceles se les van abriendo a estos personajes por medio de unas manos invisibles y, de repente, sin percatarnos fueron liberados por “buena conducta”, “reducción de pena”, errores de papeleo, falsificaciones de sentencias que nadie nota y hasta indultos legislativos. ¿Cómo ocurre esto? No sé. Tal vez milagros de la virgen de los sicarios.
Buena vista
Gracias a Dios, en la última jugada, la agudeza visual de nuestro presidente supo detectar entre la lista de los indultados a un redomado narco de uno de los más peligrosos cárteles del mundo y detuvo el proceso cuando estaba a punto de salir con sus maletas para la calle. Al menos la vista la tiene buena el Presidente.
El chistoso
Pues resulta que los empresarios de Nicaragua descubrieron una faceta que nadie le conocía al presidente. Daniel “el chistoso” Ortega. Personajes cercanos a él lo han descrito de muchas formas, pero nunca como el cuenta-chistes que vieron los empresarios nicaragüenses. Moisés Hassan, ex compañero en la Junta de Gobierno, lo recuerda “inescrutable e inexpresivo”; Dora María Téllez, ex compañera de guerrilla y de partido, dice que Ortega “le tiene horror a ser común y silvestre”. Y Zoilamérica Narváez, su hijastra, lo recuerda “perdido e inconsciente de sí mismo”. ¿Cómo fue entonces que los empresarios lo encontraron chistoso?
Firuliche
“¿Que si quieren ya mando a abolir la Asamblea?”. Y ¡juas juas! mirábamos a los empresarios desternillarse, y “que si ustedes me lo piden ya instalo el Consejo de Estado otra vez”… ¡Juas juas! Firuliche no habría tenido mayor éxito que Ortega en el Incae. ¿Extraño sentido del humor de estos señores, verdad?
Tiempo de reír, tiempo de llorar…
Tal vez los empresarios no se acuerdan de que recientemente se filtró un documento titulado La Campaña de la Victoria 2010-2011 , en el que se plantea la estrategia orteguista para reinar durante los 100 años de que habla Tomás Borge. Y una de las tácticas es acercarse al empresariado para mantenerlo contento mientras se demuele piedra por piedra la institucionalidad del país. Así que cuando los empresarios se reían tan cándidamente de los chistes de Ortega, seguramente éste, en sus adentros, se decía: “El que ríe de ultimo ríe mejor”.
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