Querida Nicaragua: Por más que queramos negarlo nos estamos convirtiendo cada día más en un país que es refugio seguro para los delincuentes.
Se necesita ser ciego para no darse cuenta de que el Gobierno que tenemos es una simulación democrática para lograr las ventajas económicas que suelen conseguir este tipo de gobiernos, pero que en cualquier momento nos podemos desvincular de la órbita económica occidental y declarar abiertamente que somos un país socialista.
Hasta el momento sólo se ha insinuado en algunos rótulos y suele repetirse en algunos discursos, pero el deseo ferviente de este Gobierno es el anhelado socialismo a cualquier precio.
Preguntémonos por qué el individuo llamado Rubén Darío Granda no buscó para asilarse la Embajada de Costa Rica, o la de Chile. Simplemente porque en Nicaragua este señor, supuestamente vinculado con las FARC, sabe que podrá moverse como pez en el agua. Hermano de Rodrigo Granda, “canciller de las FARC” y vinculado a una serie de oscuros negocios que lo hacen aparecer como testaferro de los narcotraficantes colombianos, este hombre no encontraría ni en Costa Rica, ni en Chile, ni en ningún otro país democrático, ambiente propicio para desarrollar sus actividades.
Cuando se trata de darle protección a gente como ésta, nuestro gobierno se mueve con una rapidez asombrosa. Luego de que se produjo el ataque del ejército colombiano contra un cuartel de las FARC, instalado en territorio ecuatoriano fronterizo con Colombia, nuestro Gobierno se movilizó rápidamente y mandó un avión con el propósito de traer a las guerrilleras Doris Torres Bohórquez, Martha Pérez Gutiérrez y Nubia Calderón, alias “Esperanza”, miembro de la Comisión Internacional de las FARC. Por cierto que Nicaragua pidió permiso para volar sobre territorio colombiano con fines humanitarios, poniendo en peligro las relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos, pues Colombia no hubiese concedido permiso para que transportaran a guerrilleras perseguidas por la justicia colombiana.
Antes de esto, en 1999, don Daniel Ortega había viajado hasta San Vicente de Caguán, territorio selvático colombiano ocupado por las FARC, con el propósito de condecorar al entonces comandante Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”, con la máxima orden sandinista.
No queda pues ninguna duda y, el frentismo no lo oculta, de la estrecha vinculación entre los narco guerrilleros de las FARC y nuestro Gobierno. Por esto no nos causa sorpresa alguna rapidez con que las autoridades hayan concedido el asilo político al mencionado Rubén Darío Granda y esté solicitando al Gobierno de Colombia se le conceda los salvoconductos del caso para que la familia Granda pueda trasladarse a Nicaragua.
Esta actitud contrasta con la pasividad y el poco interés del Gobierno en propiciar el fortalecimiento de las instituciones democráticas de nuestro país. Hay notoria pasividad cuando la Empresa Privada presenta una serie de sugerencias para la buena marcha de la nación y don Daniel las ignora y habla de otros temas, incluida la “peligrosa broma” de disolver el Congreso Nacional, pero hay una inusual rapidez cuando se trata de “suspender” las relaciones diplomáticas con Israel, país que a pesar de todo sigue ayudándonos con asistencia tecnológica y métodos modernos de cultivo.
Lo que menos necesitamos aquí es que se nos vincule cada día más con movimientos plenamente reconocidos como narcoterroristas, pues eso perjudica la imagen democrática que necesitamos para ser tomados en cuenta por las instituciones internacionales que ayudan a los países que fomentan la democracia, el Estado de Derecho y la paz.
El autor es director general de Radio Corporación
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