Disparejos en el tamaño, cuando ella o él al querer pasar el brazo por la cintura realmente se lo pasa por el hombro. Qué decir del peso o la masa: uno delgado y el otro “hermoso” (por supuesto, me refiero a los miembros de la pareja heterosexual). Y la diferencia en edades: ella, casi una niña; mientras él casi le duplica la edad, en el mejor de los casos.
Es posible, siendo el tiempo infalible y no habiendo retorno a la hermosa juventud, de cuando se juraron el “hasta que la muerte nos separe” y no era tanta la diferencia en cuanto a tamaño, peso o masa, que todo se justificaba en que al principio no comían tanto; pero después de casados, no saben por qué, se le abrió a uno de ellos un apetito voraz.
¿Y en cuanto a los años de diferencia? Al principio no se notaba; años después, sí. Quién mejor testigo (no el espejo) que cuando comparamos una foto de cuando éramos jóvenes y la época actual, se observa la diferencia de que los “almanaques” no pasan en balde.
A LA HORA DE ELEGIR
La clave de haber escogido sanamente, si así fuese (obviando posiciones económicas o intereses, pensando en una vida menos laboriosa y complicada), es el amor, que a veces resulta ciego, porque al principio todo es amor y después, cuando se descubren las semejanzas o diferencias en cuanto a gustos o gastos, es sí, amor. ¿Qué decir de aquellos o aquellas que le van pasando los años y no encuentran a “qué palo arrimarse” o el esperado príncipe azul típico de los cuentos de hadas que no aparece ni por los santos espirituales y aunque sea en el “último tren, en el último vagón” o bien sea un sapo encantado, van “de viaje”, aunque no sea la mejor opción?
No queda duda. Las posibles reflexiones a la columna de hoy pueden generar sonrisas o ratificar que efectivamente “a mí me sucedió”; el problema está en que a veces nos damos cuenta tarde, bien porque ha pasado toda una vida o porque, a pesar de lo hermoso, lo alto o lo bajo, lo que funcionaba y que dejó de funcionar, quien ganó fue el amor. Algo por ahí, quién sabe, fue lo que más le atrajo, obviando otras cualidades, virtudes, unas mejores, otras peores. Por cierto, ¿cuál fue su caso?
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