¿Seleccionamos bien a nuestra pareja?

Ernesto González Valdés

Ernesto González ValdésTransitar por un centro de compras, tienda, supermercado; ir al mar en el verano, donde tenemos la posibilidad de ver a las familias —esposos, esposas, hijos e hijas—, además de permitirnos ver cómo se cumplen las leyes de Mendel, las cuales deben su nombre al científico austriaco Gregor Mendel (1822-1884) y rigen la herencia genética por la que encontramos parecidos entre los miembros de la familia, aunque tal vez por allá sacó algo del abuelo o la duda de como dice la canción: “… el negrito es el único hijo tuyo”. Podemos identificar además a las parejas disparejas.

Disparejos en el tamaño, cuando ella o él al querer pasar el brazo por la cintura realmente se lo pasa por el hombro. Qué decir del peso o la masa: uno delgado y el otro “hermoso” (por supuesto, me refiero a los miembros de la pareja heterosexual). Y la diferencia en edades: ella, casi una niña; mientras él casi le duplica la edad, en el mejor de los casos.

Es posible, siendo el tiempo infalible y no habiendo retorno a la hermosa juventud, de cuando se juraron el “hasta que la muerte nos separe” y no era tanta la diferencia en cuanto a tamaño, peso o masa, que todo se justificaba en que al principio no comían tanto; pero después de casados, no saben por qué, se le abrió a uno de ellos un apetito voraz.

¿Y en cuanto a los años de diferencia? Al principio no se notaba; años después, sí. Quién mejor testigo (no el espejo) que cuando comparamos una foto de cuando éramos jóvenes y la época actual, se observa la diferencia de que los “almanaques” no pasan en balde.

A LA HORA DE ELEGIR

La clave de haber escogido sanamente, si así fuese (obviando posiciones económicas o intereses, pensando en una vida menos laboriosa y complicada), es el amor, que a veces resulta ciego, porque al principio todo es amor y después, cuando se descubren las semejanzas o diferencias en cuanto a gustos o gastos, es sí, amor. ¿Qué decir de aquellos o aquellas que le van pasando los años y no encuentran a “qué palo arrimarse” o el esperado príncipe azul típico de los cuentos de hadas que no aparece ni por los santos espirituales y aunque sea en el “último tren, en el último vagón” o bien sea un sapo encantado, van “de viaje”, aunque no sea la mejor opción?

No queda duda. Las posibles reflexiones a la columna de hoy pueden generar sonrisas o ratificar que efectivamente “a mí me sucedió”; el problema está en que a veces nos damos cuenta tarde, bien porque ha pasado toda una vida o porque, a pesar de lo hermoso, lo alto o lo bajo, lo que funcionaba y que dejó de funcionar, quien ganó fue el amor. Algo por ahí, quién sabe, fue lo que más le atrajo, obviando otras cualidades, virtudes, unas mejores, otras peores. Por cierto, ¿cuál fue su caso?

COMENTARIOS

  1. waleska toledo
    Hace 14 años

    Las 4 bases fundamentales a la hora de elegir
    la edad,cultura ,economico,y el aspecto sexual, todo esto debe se tomado en cuenta para que algo funcione en una pareja y prioridades en comun muchas otros factores en comun a demas de estos.
    gracias

  2. el desencantado
    Hace 14 años

    ay dios mio este tema tan candente me esta pasando ami, hasta 20 años despues me vengo a dar cuenta que todo lo que hice fue en vano. que desgracia. Ya no hay reparo. que se puede hacer.

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