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Eduardo Enríquez

La pregunta de Di Bella

El miércoles durante el almuerzo que organiza la Cámara Americana de Comercio (Amcham), el representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el país, Gabriel Di Bella, invitó a los nicaragüenses a detenerse y preguntarse: ¿Por qué el país no avanza en la reducción de la pobreza?

Estoy seguro que el señor Di Bella hizo la pregunta porque nos ve a los nicaragüenses, a todos, empeñados en seguir el camino equivocado, por eso dijo “hay que detenerse” y hacerse la pregunta.

Pero la pregunta no era para quienes ya decidieron que el país es un botín. La pregunta era para los millones de nicaragüenses que quieren vivir en paz, tener un buen trabajo y progresar sin que nadie les regale nada. Para esos que quieren vivir en libertad y sin temor a expresar sus ideas, porque esos también van por el camino equivocado.

¿Por qué digo eso? Porque nadie está proponiendo las cosas que sacan a un país de la pobreza.

El mismo Di Bella lo dijo: “No importa qué tan grande sea la inversión, sino el contexto institucional en que ocurre, los sectores a los que fluye, la eficiencia y qué tan buena es la inversión…”

Pues sí, ahí está la clave porque para tener un crecimiento sostenido hay que tener instituciones que cumplan con su función de limitar los abusos y promover las buenas prácticas. Pero nosotros hemos tenido, siempre, instituciones de caricatura, y ya no digamos actualmente donde las instituciones encargadas de garantizar el desarrollo democrático del país son inexistentes.

Y para no poner de ejemplo los desastres que está provocando el actual régimen, veamos el ejemplo de la dictadura somocista. Nadie puede negar que en esa época, particularmente entre 1950 y 1972, hubo crecimiento económico sostenido, pero tampoco en esa época hubo reducción de la pobreza, porque entonces, igual que ahora y en los ochenta y en los noventa, las instituciones han sido tigres de papel integradas por monigotes que están ahí obedeciendo al caudillo de turno para ganarse un salario que de otra manera les sería imposible hacerlo.

Los nicaragüenses debemos entender que sin jueces independientes; sin diputados que representen a sus electores y no a sus bolsillos; sin contralores que sirvan para vigilar el presupuesto y no para llevar a cabo vendettas políticas; sin ministros y servidores públicos capaces e inteligentes, no serviles y obedientes, y sin altos mandos policiales o del Ejército que estén más pendientes del respeto a la Ley y menos pendientes de sus fondos de retiro, nunca vamos a salir de pobres.

Porque sólo cuando existe lo arriba mencionado es que se crea la estabilidad suficiente para que se invierta, se creen miles de empleos, se trabaje con eficiencia y que los recursos del Gobierno se usen para ayudar de verdad a los más pobres, que es un objetivo que este Gobierno sólo lo tiene del diente al labio.

Di Bella dijo que se requerirán 30 años de crecimiento económico sostenido “para que los niveles de vida en Nicaragua más o menos sean como el promedio de la región en los setenta”.

Hemos perdido 60 años, los que ya pasaron y los que hacen falta para volver al punto de partida. Y los cascarudos del régimen proclaman en sus vallas que llevan “31 años de triunfos”.


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