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Eduardo Enríquez

Simplemente educación

Se tiene que ser muy malo, muy bruto o ambas cosas para no comprender cuál es la base del desarrollo. Todos los expertos lo dicen, todos los ejemplos de un desarrollo sostenido, sostenible y equilibrado que se han dado en el mundo demuestran que la educación de los ciudadanos es la clave para lograrlo.

Y la mayoría de las personas en la teoría está de acuerdo, pero lo curioso es que cuando tienen la oportunidad de hacer algo en la práctica simplemente no lo hacen. En la historia de Nicaragua nadie lo ha hecho de manera eficiente, en ningún período. Habrán hecho maromas propagandísticas, pero nada efectivo.

Para colmo, nuestra sociedad ha perdido la mitad de sus “mejores años”, ya que según los estudiosos entre 1970 y el año 2040 la población está compuesta por más personas en edad de trabajar que jubilados o niños, y precisamente es esa época la que una sociedad debe aprovechar, ya que, como el ser humano, se encuentra en su período más productivo.

Pero bueno, hemos perdido la mitad del tiempo. ¿Cómo aprovechamos la otra mitad? Asegurándonos de que de ahora en adelante (ojalá se pudiera) los niños y jóvenes recibirán la mejor educación que les podamos dar. Pero de verdad, no como pieza de propaganda.

Dicen que para que todas las personas en edad de estudiar lo hagan el país necesita invertir el siete por ciento de su Producto Interno Bruto actual, eso es aproximadamente 10 mil millones de córdobas al año. O sea, menos de 500 millones de dólares al año.

¿Se puede lograr eso con un Presupuesto General de la República de unos 1,400 millones de dólares? Yo creo que sí. Si hay decisión política.

Es posible si los que mandan o han mandado se concentraran o se hubieran concentrado en el objetivo de que todos los nicaragüenses salgan del bachillerato o con una carrera técnica en lugar de concentrarse en alcanzar o permanecer en el poder.

Para comenzar, ya se asigna la mitad de lo necesario, entonces lo que hay que buscar es la otra mitad. Y aprender a usar ese dinero eficientemente.

Eliminando toda institución o ministerio inútil que tenemos bien se lograría una buena parte del dinero necesario.

Para no usar los ejemplos obvios en los que todos estamos de acuerdo —poderes del Estado con exceso de funcionarios ganando mucha plata por hacer nada, o por hacer daño—, voy a usar uno que tal vez resulte controversial. El Ministerio de los Recursos Naturales. ¿Para qué sirve? Cuando hay un verdadero problema del medio ambiente la respuesta es que no hay recursos para enfrentarlo. Además, si todos los niños van a estar en la escuela y se les enseña a cuidar el medio ambiente, el daño cada año sería menor.

Pero hay otros ejemplos: el Ejército podría reorientarse para lo que verdaderamente se necesita y gastar menos o por lo menos más eficientemente. Y el famoso seis por ciento universitario, que es una millonada de dólares echados en saco roto cada año, también podría modificarse para que la plata vaya de verdad a los que lo necesitan.

Pero además, si eso no es suficiente, se podría pedir como Nación que la ayuda externa se use para fines educativos y de salud exclusivamente (a medida que la población educada aumente, las necesidades de gastos en salud disminuirán).

Claro que no todos los cooperantes tendrán interés en ese esquema, pero una buena parte sí. El punto es que sí se puede y si se logra el país por sí solo saldrá de la pobreza.

Hay que ser muy malo, muy bruto o ambas cosas para no verlo.

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